¿Estamos dejando todo en manos de Dios? En otras palabras, ¿estamos haciendo Su voluntad y nada más que la Suya? A menudo me he hecho estas preguntas.
Cristo Jesús dio a sus discípulos el Padre Nuestro, e incluye instrucciones para orar de esta manera: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). El libro de texto de la Ciencia Cristiana da una interpretación espiritual de esta línea: “Capacítanos para saber que — como en el cielo, así también en la tierra— Dios es omnipotente, supremo” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 17). ¡Qué paz encontramos cuando confiamos en el Dios omnipotente y hacemos solo la voluntad de nuestro Padre celestial, liberándonos de todas las agendas personales o de la voluntad egoísta!
Tuve una oportunidad que puso a prueba mi capacidad de liberarme de la voluntad humana, tanto de la mía como de la de los demás. Estaba viviendo en un país lejos del mío, porque mi hija se había ido a vivir allí. Muchos cambios habían ocurrido en mi vida que me habían llevado ahí. Pero cuando llegué, no me sentí cómoda ni feliz.
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