Hace algunos años, aprendí una valiosa lección sobre la importancia de vigilar mis pensamientos para tener armonía en mi vida. En mi estudio de la Ciencia Cristiana, he aprendido que vigilar mis pensamientos implica aprender a diferenciar entre los pensamientos que provienen de la Mente divina, Dios, y los que provienen de lo que la Biblia llama la “mente carnal”, que es “enemistad contra Dios” (Romanos 8:7 KJV). La necesidad es aceptar como reales sólo los pensamientos que provienen de Dios. Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana muestran cómo podemos hacer esto.
Antes de la muerte de mi madre, ella había estado experimentando fuertes dolores en el pecho, y un miembro de la familia insistió en que fuera al hospital. Yo estaba agradecido de estar allí con ella durante los últimos dos días antes de que falleciera, pero estaba angustiado y lleno de tristeza durante ese tiempo.
Poco después de llegar a casa, yo también comencé a tener serios dolores en el pecho. Y no desaparecían.
Me tomé unos días libres del trabajo y oré con muchas ideas de la Biblia —especialmente los Salmos veintitrés y noventa y uno— y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.
En algún momento de mis oraciones, se hizo evidente para mí que había asimilado y aceptado que toda esta escena de dolor y muerte era real y poderosa. En cambio, necesitaba reconocer más plenamente lo que la Ciencia Cristiana enseña acerca de nuestra vida como eterna e inseparable de Dios, que es la Vida divina. En otras palabras, necesitaba hacer lo que Ciencia y Salud instruye, es decir, esto: “Sé el portero a la puerta del pensamiento. Admitiendo sólo las conclusiones que deseas que se realicen en resultados corporales, te controlarás armoniosamente a ti mismo” (pág. 392).
Pero, afortunadamente, también había aprendido a lo largo de varios años que jamás es demasiado tarde para rechazar un pensamiento proveniente de la mente carnal y aceptar en cambio solo los pensamientos —los pensamientos reales y sanadores— que provienen de la Mente divina.
Estaba en camino de ver que la imagen mental que había aceptado, aunque parecía ser bastante real, era una imagen de la vida y la inteligencia en la materia. Pero eso no podía ser real porque Dios, el Espíritu, es la única Vida e inteligencia. Así como se despierta de un sueño al dormir, yo podía despertar de este sueño para contemplar la realidad de Dios y Su creación: Dios perfecto y hombre perfecto. Esta verdad siempre ha sido cierta, y es verdad aquí y ahora.
Poco después de comenzar a orar de esta manera, sané por completo de los dolores en el pecho y, no mucho después de eso, de la tristeza. Sabía que el Amor divino, Dios, continuaba amando y cuidando a mi mamá.
Aunque todavía tengo mucho que aprender, hoy en día tengo más cuidado de ser un mejor “portero a la puerta del pensamiento”. He tenido muchas curaciones más y estoy agradecido por todas ellas. También estoy agradecido por Dios y la Ciencia Cristiana.
Richard Price
Germantown, Maryland, EE.UU.