Crecí en una religión cristiana convencional y fui a la iglesia y a la Escuela Dominical con mi familia todas las semanas. Pero cuando estaba en el bachillerato, comencé a cuestionar lo que entendía acerca de Dios y mi relación con Él. Anhelaba saber si Dios realmente existía.
Me preguntaba: ¿Creó Dios al hombre, o creó el hombre el concepto de Dios para explicar creencias y tradiciones de mucho tiempo? Si Dios existe y me ama, como me enseñaron en la Escuela Dominical, ¿por qué suceden cosas malas? ¿Dios me castiga cuando soy “mala” y me recompensa cuando soy “buena”? En busca de respuestas a estas preguntas, aproveché cada oportunidad para visitar otras denominaciones religiosas con amigos, y también comencé a leer libros sobre espiritualidad.
Cuando llegué a mi segundo año de universidad, me sentía perdida. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida. Sabía que quería transferirme a una universidad diferente. Pero, o bien, las escuelas a las que me presenté no me aceptaron o sentí que eran una opción equivocada por una u otra razón.
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