Qué alegría es estar libre de la sensación de agobio, esa hermosa liberación de sentirse sobrecargado. Es un momento de luz y gracia que cambia todo.
Las cargas pueden tomar muchas formas, tales como obligaciones, dificultades mentales o físicas, o deudas. A veces, podemos sentirnos tan sujetos a las cargas que realmente parecen definir nuestra identidad, y no sabemos cómo liberarnos de ellas. Pero hay consuelo y liberación en esta promesa: “Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará” (Salmos 55:22, LBLA).
De acuerdo con la Strong’s Exhaustive Concordance of the Bible, la palabra hebrea para “carga” en ese versículo bíblico significa “suerte”. Un sinónimo de suerte es destino. El “sorteo” es un proceso mediante el cual las decisiones se toman al azar. Las cargas a menudo también parecen venir por casualidad; no son de nuestra elección, sino que se producen a través de circunstancias que resultan, por ejemplo, de tendencias económicas, creencias de herencia o edad, u omisiones por descuido. A veces, escuchamos la frase: “Es mi suerte en la vida”, lo que significa: “Esta es mi situación, y no es muy buena”. El pensamiento del mundo decretaría que algo es una carga o un destino, y diría que no se puede hacer nada al respecto.
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