Mary Baker Eddy, Fundadora de esta revista, apreciaba su tiempo a solas para estar en comunión con Dios, incluso durante su viaje diario en carruaje. Pero en un momento dado, estos viajes fueron interrumpidos por una niña que repetidamente miraba boquiabierta a la Sra. Eddy, incluso se trepó a su carruaje. Los trabajadores de la casa de la Sra. Eddy expresaron fuertes opiniones sobre cómo se debía tratar a la niña.
No obstante, la Sra. Eddy tenía una idea diferente. Según un relato, llenó una canasta con duraznos que le enviaron desde California y pidió que se la dieran a la niña con todo su amor. La jovencita se sintió tan abrumada por esta amabilidad que rompió a llorar y dejó de hacer su molesta actividad (véase Margaret Macdonald reminiscence, p. 11, October 24, 1930; The Mary Baker Eddy Library, © The Mary Baker Eddy Collection). Esto era más que afecto humano; era el Amor divino en acción, que tuvo como resultado la curación.
Una y otra vez, la Biblia enfatiza la importancia de amar al prójimo. Haciéndose eco de lo que se había enseñado durante siglos y hablando para todos los tiempos, Jesús reiteró: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Llevando eso más allá, también demostró que cuando los actos de bondad provienen de Dios, el Amor divino, la curación es el resultado natural.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!