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Original Web

El único antídoto contra el odio es el amor

Del número de mayo de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en español

Apareció primero el 23 de octubre de 2023 como original para la Web.


El único antídoto contra el odio es amar. ¡Amar, amar, amar! Es nuestra naturaleza amar como expresión de Dios, del Amor divino. Cristo Jesús aconsejó a sus seguidores: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:43-45).

Cuando el conflicto con la guerrilla en Colombia era desenfrenado y los informes de terrorismo, secuestros y extorsión llenaban las noticias, aprendí una lección en el poder de amar, incluso a nuestros enemigos. Eran años difíciles. No era posible viajar libremente por las carreteras por temor a que una bomba explotara, o a ser secuestrado por los grupos que operaban fuera de la ley.

Mi hija tenía una compañera de trabajo que un día recibió una llamada de alguien que le pedía una suma de dinero (varios millones de pesos) para liberar a sus dos niños pequeños, que habían sido secuestrados. Uno de ellos tenía una enfermedad para la cual tomaba un medicamento con regularidad.

Le dije a mi hija que ella podía orar por la situación reconociendo el amor y la presencia de Dios, como había aprendido en la Ciencia Cristiana. Yo también comencé a orar reconociendo que Dios es bueno y Él nos ha creado. Sus hijos son inherentemente buenos y solo pueden expresar el bien. Asimismo, me esforcé por ver que los niños, la madre y todos los involucrados en esta situación eran inocentes. Sin embargo, me resultaba más difícil reconocer la inocencia de los secuestradores. Pero sabía que un hijo de Dios, la expresión del Amor, no podía ser inducido a hacerle daño a alguien.

Yo también comencé a orar reconociendo que Dios es bueno y Él nos ha creado.

Declaré con firmeza que, en la infinitud del Amor omnipresente y todopoderoso, no hay lugar para el odio, los resentimientos, la venganza ni ninguna clase de pensamiento maligno. Comprendí que, en la realidad espiritual, los secuestradores estaban libres de intereses personales y ambiciones egoístas. Ningún pensamiento erróneo podía hacerles creer que era posible beneficiarse pensando y actuando mal. Pude ver que su naturaleza era espiritual, sus pensamientos puros. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, escribió: “Una idea espiritual no tiene un solo elemento de error, y esta verdad elimina debidamente todo lo que es nocivo” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 463).

Después de orar por un tiempo, mi hija llamó a su amiga y compartió con ella las ideas que le habían venido, quien le agradeció y le dijo que sentía que sus hijos estaban seguros en el cuidado de Dios. Mi hija me pidió que siguiera orando, y así lo hice.

Al día siguiente, mi hija recibió una llamada de su colega diciéndole que sus dos hijos habían sido liberados sin que hubiera pagado ni un centavo del rescate. Cuando regresaron a su casa, los dos niños estaban bien de salud y contentos de reunirse con su madre.

Todo esto ocurrió en 24 horas.

Como resultado de esta experiencia, entendí con mayor claridad que “…como en el cielo, así también en la tierra— Dios es omnipotente, supremo” (Ciencia y Salud, pág. 17). Que esto sea conocido en todos los rincones de la tierra.

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