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Original Web

El sentimiento es la curación

Del número de mayo de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 16 de enero de 2025 como original para la Web.


Hace años, una amiga compartió conmigo una curación que experimentó a través de la oración, que incluía la poderosa sensación de que Dios estaba presente y que todo estaba bien. En ese momento, comentó que lo que más le llamó la atención fue la sensación que tuvo. Era una certeza tranquila y exaltada de que no había nada que temer y que todo estaba bien. Luego dijo: “El sentimiento fue la curación”. En otras palabras, en el momento en que sintió tan fuertemente el poder del amor de Dios por ella, la enfermedad desapareció. Estaba perfectamente bien y completamente sana.

Su comentario de que “el sentimiento fue la curación” realmente me llamó la atención. Desde entonces, he llegado a comprender que, en la práctica sanadora de la Ciencia Cristiana, es el sentimiento que uno obtiene al acercarse a Dios —sentimiento que lleva consigo la convicción de la presencia y el poder eternos de Dios— lo que rompe la ilusión de la enfermedad o cualquier otro problema y resulta en la curación.   

La Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, escribió un poema en el que planteó una pregunta que invita a la reflexión: “¿Sientes del Verbo el poder?” (Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 298). Como estudiante de la Biblia de toda la vida, ella sintió la importancia y el significado de la palabra de Dios. A lo largo de su vida, la inspiración de las Escrituras a menudo le brindó consuelo. Para ella, transmitían una fuente constante de poder, paz, autoridad y luz.

La palabra de Dios es realmente poderosa y se sigue sintiendo en esta era, proporcionando guía, certeza, fortaleza, protección, sabiduría y salud tanto a la mente como al cuerpo. En su libro La unidad del bien, la Sra. Eddy relata un momento en el que se sintió tan cerca de Dios, tan unida a Él, que pudo sanar instantáneamente una enfermedad grave. Ella escribió: “Cuando más claramente he percibido y más vivamente he sentido que el infinito no reconoce enfermedad alguna, esto no me ha separado de Dios, sino que me ha unido de tal manera a Él que me capacitó para sanar instantáneamente un cáncer cuya corrosión había avanzado hasta la vena yugular” (pág. 7).

El sentimiento que nos une tanto a Dios es posible porque, espiritualmente hablando, nada puede “separarnos del amor de Dios” (Romanos 8:39; KJV). Dios siempre está con nosotros. A medida que nos acercamos a Él en nuestro pensamiento, sentimos Su cercanía, estableciendo así en la conciencia un profundo sentido de nuestra unidad permanente con nuestro Hacedor.

El sentido innegable de que todo está bien, de que nada puede separarnos a ninguno de nosotros del amor de Dios, es un sentimiento como ningún otro. Percibir el poder de la palabra de Dios me ha ayudado a vencer el miedo extremo, me ha proporcionado luz en las horas más oscuras, me ha dado esperanza en lo que parecían ser situaciones desesperadas, me ha mostrado el camino a seguir cuando me sentía perdido y me ha dado fuerza y valor cuando he necesitado ser fuerte y valiente. En todos los casos, esta comprensión resultó en crecimiento espiritual y curación, ya fuera de problemas de salud, necesidades financieras, problemas de empleo o dificultades en las relaciones. O simplemente me ayudó a encontrar una sensación de paz, alegría y satisfacción en la vida diaria.

A menudo pienso en la sensación, no como el sentido físico del tacto, sino como algo mucho más profundo; más como una intuición espiritual. Un tesauro señala que la intuición es sinónimo de sensación y discernimiento (thesaurus.com). La intuición espiritual, el discernimiento espiritual, es parte de la herencia divina de cada hijo de Dios. Es la habilidad espiritual innata que todos poseemos para comprender, de inmediato, la verdadera naturaleza y esencia de la relación que cada uno de nosotros tiene con Dios. En el uso cotidiano estamos acostumbrados a escuchar a las personas decir que tenían una “corazonada” o que “simplemente sabían” algo o, en pocas palabras, algo “simplemente parecía correcto” en un momento en particular. La intuición revela lo que la Biblia llama Emmanuel, o “Dios con nosotros” —el Cristo— una influencia divina que siempre está con nosotros.

El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, enseña que el sentido espiritual contradice los sentidos materiales. De modo que, en efecto, cuando nos sentimos cerca de Dios, en realidad estamos contradiciendo cualquier pretensión que sugiere que estamos separados de todo lo que es bueno, sagrado y saludable. 

Ser capaz de contradecir los sentidos es la esencia de la curación. Sentir el poder de la palabra de Dios puede descartar rápidamente cualquier sugestión humana de un sentimiento malo o aterrador o una creencia de que de alguna manera estamos separados de Dios, y reemplazar esa sugestión con una promesa divina de algo mejor, más elevado y más santo.

Hace muchos años, recibí dos llamadas el mismo día de amigos pidiéndome que orara por ellos. En ambos casos había enfermedad y sufrimiento. 

Después de orar específicamente ese día por cada amigo, me sentí impulsado a orar un poco más tarde esa noche. Después de que el resto de la familia se fue a la cama, regresé a mi oficina en casa, que estaba encima de nuestro garaje independiente.

Mientras oraba, sentí que mi corazón y mi pensamiento se acercaban cada vez más a Dios. Cuando terminé de orar, realmente me sentí cerca de Él. Estaba inspirado y elevado. Sentí que el tratamiento por medio de la oración había terminado, y estaba listo para regresar a la casa para irme a la cama.

Entonces algo maravilloso comenzó a desarrollarse. Al salir de la oficina, un hermoso espectáculo apareció ante mis ojos: una estrella brillante. La importancia de esa estrella fue que era la primera estrella que había visto en meses. En Alaska, donde vivo, los largos días de verano son demasiado brillantes como para ver las estrellas. Pero como terminaba el verano, finalmente estaba lo suficientemente oscuro como para ver una sola estrella. Quería disfrutar de ese momento por un rato, así que, en lugar de entrar a la casa, decidí dar un pequeño paseo. 

Mientras caminaba por nuestro camino de grava, sentí que una fuerte sensación de luz llenaba mi consciencia. Cuanto más caminaba, más brillante se volvía. Finalmente tuve que detenerme para tratar de comprender la sensación que experimentaba. Sentí que la luz de mi pensamiento se manifestaba en mi entorno. Comencé a mirar a mi alrededor y, al girar, vi la luna más llena y reluciente que jamás había visto aparecer por encima de las montañas. Es una vista que siempre recordaré y un sentimiento que jamás olvidaré. Me sentí uno con Dios e intuitivamente tuve la certeza de que mis oraciones habían sido respondidas.

A la mañana siguiente, cada uno de mis amigos llamó y ambos dijeron lo mismo. Mencionaron que habían estado luchando físicamente la noche anterior, pero luego, de repente, todos los síntomas desaparecieron y estaban completamente bien. Lo más interesante fue que cada uno anotó el momento en que se había producido su curación. En ambos casos, fue exactamente al mismo tiempo que yo había estado parado en el camino sintiéndome uno con Dios y abrazado por la luz de una estrella solitaria y una luna brillante y resplandeciente. Claramente, cada uno de nosotros estaba sintiendo el poder de Su Palabra al mismo tiempo. Ese claro sentido de la luz y la presencia de Dios, ese sentimiento, fue la curación.

Hoy en día, cuando oro, lo que más anhelo es esta maravillosa sensación de estar cerca de Dios. Esa oración se cumple con una hermosa paz mental y la certeza de que todo está bien.

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