Se dice que “las escamas le cayeron de los ojos” cuando alguien tiene una vislumbre revolucionaria u obtiene una perspectiva y comprensión completamente nuevas. Se refiere a la experiencia de Pablo (entonces conocido como Saulo) en Damasco cuando, después de quedar ciego, recibió la visita de Ananías y, como describe la Biblia, “al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista” (véase Hechos 9:1-18).
Durante una reciente reunión de testimonios de los miércoles, recordé esta expresión. Me encantan los servicios religiosos en línea transmitidos por mi amada Iglesia Madre, y los escucho siempre que puedo. Una persona compartió un testimonio sobre una mariposa que aparentemente no podía volar debido a una escama anormal en su ala. El testificante oró con la verdad de que esas hermosas criaturas son creaciones de Dios y, por lo tanto, deben reflejar cualidades divinas, como integridad, armonía y libertad. Esta oración llevó a la curación y al desinhibido vuelo de la mariposa.
He sido estudiante de la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy durante muchos años, por lo que a menudo he escuchado y leído declaraciones similares a las del testificante. Que la creación de Dios refleja y expresa cualidades divinas es una verdad fundamental en la Ciencia Cristiana. No obstante, escucharlo esta vez fue diferente. Esta frase —más precisamente, el uso de la palabra deben por parte del testificante— me llegó directo al corazón. Me dijo que el reflejo no es algo que uno pueda alcanzar o que deba adquirirse a través de un gran esfuerzo o mucho estudio, es el único hecho posible de la creación de Dios. La creación de Dios Lo refleja natural y eternamente. ¿Por qué fue esta vislumbre tan significativa para mí, que hizo que se me cayeran escamas de los ojos?
En mis círculos de amigos y colegas soy la única persona familiarizada con la Ciencia Cristiana, de manera que a veces me he sentido bastante sola con las ideas espirituales que tanto amo. Trabajo en una escuela grande, y durante los descansos diarios en la sala de maestros, los intercambios regulares de mis colegas entre sí a menudo se centraban en los temas favoritos de varios agravios, discordias y síntomas de enfermedad, todos adornados de manera muy colorida y extensa. La nota clave: El mundo está empeorando constantemente, y los seres humanos estamos separados de Dios, atrapados en una implacable espiral descendente. Si tenemos suerte y tomamos ciertas precauciones, es posible que la espiral reduzca la velocidad, pero ciertamente no se puede detener, y mucho menos revertir.
Una actitud como esta dominaría agresivamente el pensamiento y consideraría cualquier intento de reconocer la supremacía y omnipresencia de Dios o al hombre como Su inseparable reflejo espiritual, como algo ridículo y alejado de la realidad. Los comentarios de mis colegas me llevaron a evitar pasar los descansos con ellos, porque era difícil dejar que esta charla me embargara y no decir nada.
Sin embargo, este distanciamiento no me aisló del problema. La incómoda atmósfera mental me siguió a casa. Las diversas “miserias” de mis colegas, que parecían tan reales, me afectaban. Mis pensamientos eran: “Oh, si tan solo supieran que hay una salida”, “Si tan solo supieran quién es Dios” y “Si tan solo pudiera decir algo”.
Fue entonces que vino la oración del testificante, tan revolucionaria para mí en ese momento. La creación de Dios debe expresar cualidades divinas. Tan pronto como la escuché, hubo una quietud interior. Y entonces vi que un torrente de verdades se desplegaba en la consciencia. Me vinieron muchas ideas maravillosas de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy en las que no había pensado durante mucho tiempo. Fue como si no solo estuviera orando, sino experimentando la “Oración Diaria”: “‘Venga Tu reino’; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; …” (Mary Baker Eddy, Manual de La Iglesia Madre, pág. 41). En un momento, la verdad en la oración lavó las escamas de mis ojos.
Comprendí claramente que guardaba un concepto falso de mis colegas que los retrataba como separados de Dios y enredados en una mentira sobre Su creación. Por supuesto, yo no soy la única que es inseparable de Dios. En este caso, también había estado creyendo una mentira sobre mí misma al verme en un entorno que desafortunadamente parecía no tener nada que ver con Dios. Se reveló que las afirmaciones falsas sobre mí y mis colegas eran infundadas e irreales.
También reconocí que yo no estaba en lo más mínimo indefensa, sino que se me pedía que lograra algo. La oración de que la creación de Dios debe reflejar las cualidades divinas no se aplicaba solo a las mariposas, sino a cada uno de mis colegas, de hecho, a toda la creación. Mis colegas deben incluir y reflejar las cualidades de Dios. Cualquier otra cosa sería imposible, porque Dios, el bien, es Todo-en-todo. Este gran hecho puede y debe ser descubierto continuamente.
Decidí no esconderme más durante los descansos. En cambio, me sentí más agradecida de pertenecer a una comunidad maravillosamente inteligente. Comencé a ser testigo del desenvolvimiento de las hermosas palabras del salmista: “El Señor en las alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, que las poderosas olas del mar” (Salmos 93:4, KJV). Sí, Él es grande, porque Él es Todo. Me sentí profundamente feliz al descubrir lo que la oración sobre la creación de Dios me permitiría ver en mi lugar de trabajo, y qué hermosas “mariposas” serían evidentes.
Al poco tiempo, el ambiente cambió radicalmente en las reuniones de estos amigos. Ahora paso frecuente y felizmente los descansos conversando con mis colegas. La voz colectiva negativa, que había girado continuamente en torno al sufrimiento y el agravio, ha sido completamente silenciada. En cambio, otros temas han pasado a primer plano, entre ellos, cómo hacer mejoras en la escuela. El estancamiento y la insatisfacción han dado paso a la iniciativa y la proactividad. Estoy profundamente agradecida.
