El sueño de explorar el espacio todavía estaba a muchos años de realizarse cuando Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, hizo preguntas innovadoras acerca del universo. Así como los astrónomos y astronautas revelan hechos sobre la naturaleza de nuestro universo que desafían las convicciones humanas de larga data, la propia búsqueda de la Verdad de la Sra. Eddy la llevó a hacer descubrimientos revolucionarios sobre la naturaleza de la realidad; descubrimientos que cualquiera puede aplicar para liberarse de las limitaciones materiales.
En mi propia vida y carrera como ingeniero que trabajó en el diseño de naves espaciales y cohetes, he pensado mucho sobre la relación entre la obra de la Sra. Eddy y los esfuerzos actuales para explorar y comprender el universo. Mientras que algunos piensan que hay un conflicto inherente entre la ciencia y la espiritualidad, yo he encontrado que es todo lo contrario. Puesto que tanto la ciencia como la espiritualidad se ocupan del estudio de la verdad, si —como sugiere la lógica— solo hay una verdad, entonces es inevitable que las dos lleguen finalmente a la misma respuesta.
Años antes de que la gente lanzara satélites, orbitara la Tierra y dejara huellas en la luna, la Sra. Eddy predijo la marcha de la humanidad hacia las estrellas. En su libro de texto, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escribió: “Los elementos y las funciones del cuerpo físico y del mundo físico cambiarán a medida que la mente mortal cambie sus creencias” (pág. 124).
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