Hace unos años, experimentaba fatiga extrema, dolor en las articulaciones de los dedos y dificultad para mover los brazos.
Me comuniqué con una practicista de la Ciencia Cristiana, quien accedió a orar por mí. Reconocimos la presencia del Cristo —el mensaje de amor de Dios a la humanidad— como la única realidad. Me di cuenta de que Dios, la Vida y la Verdad divinas, eran más grandes que el problema. Como nos asegura la Biblia: “Yo, el Señor, no cambio; por eso vosotros, oh hijos de Jacob, no habéis sido consumidos” (Malaquías 3:6, LBLA).
La practicista y yo oramos juntas durante meses. Empecé a pensar que la curación estaba tardando mucho. Sin embargo, la practicista siempre tenía una respuesta inspiradora, una vez compartió esto de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy: “... La Mente mide el tiempo de acuerdo con el bien que es desarrollado” (pág. 584). Ella enfatizó que se estaba produciendo un despertar en mi consciencia y que el bien estaba en acción a medida que me daba cuenta de mi unidad con Dios, el Amor divino.
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