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¿Estamos indefensos ante el clima extremo?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 30 de diciembre de 2024


Mucho se ha dicho y escrito en los últimos años sobre la ciencia del cambio climático y las causas de los fenómenos meteorológicos extremos. Gran parte de la controversia refleja una diferencia de opinión sobre la causa de las temperaturas extremas y los eventos climáticos destructivos. Sin embargo, una cosa es cierta: La escala y la gravedad de estos eventos pueden hacernos sentir impotentes para hacer algo al respecto. 

No obstante, no estamos indefensos. Cristo Jesús, la persona a quien Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, llamó “el hombre más científico que jamás pisó la tierra”, nos mostró que no solo podemos estar protegidos de las condiciones extremas, sino en definitiva mitigarlas e incluso prevenirlas mediante la comprensión del poder supremo de Dios y el dominio que Él nos ha dado sobre la tierra. Ella explica el enfoque cristianamente científico de Jesús frente a la discordia de todo tipo: “Se sumergía bajo la superficie material de las cosas, y encontraba la causa espiritual” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 313). En otras palabras, no buscaba las causas materiales ni recurría a ellas, sino que se volvía a Dios, el Amor divino, y reconocía que el Amor es la única causa y efecto, el único poder en el universo. Y sabía que esta causa única no tiene ningún elemento destructivo. 

Una poderosa ilustración de esto se registra en el Evangelio de Marcos en la Biblia. Se nos dice que Jesús y sus discípulos estaban en el mar cuando se levantó una violenta tormenta que amenazaba con hundir su barca. Sus discípulos se sentían impotentes y temían por sus vidas. Sin embargo, Jesús debe de haber confiado en que Dios los liberaría, porque claramente no tenía miedo; estaba seguro del cuidado amoroso, el poder y el control absoluto de Dios sobre toda Su creación. Esta comprensión le dio dominio sobre la experiencia humana y lo dotó de la capacidad de reprender al viento y dominar las olas. Él dijo: “Calla, enmudece” (Marcos 4:39) y calmó no solo la atmósfera mental de miedo en esa barca, sino también el clima turbulento.

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