El invierno pasado, el equipo de baloncesto de mi bachillerato tuvo la suerte de llegar a las finales estatales. Aunque había tenido meses de práctica deportiva, sabía que realmente tenía años de preparación para este momento debido a las lecciones que había aprendido en la Ciencia Cristiana. Esas lecciones me habían preparado mental y espiritualmente.
Justo antes de la final, estaba hablando con mi papá sobre cómo aplicar lo que había estado aprendiendo sobre la Ciencia Cristiana a este juego. Hay una idea en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, que me ha encantado y he puesto en práctica durante mis años de jugar al baloncesto. La sección en la que se encuentra se llama “Traducción científica de la mente mortal” (véanse págs. 115-116). Hay un significado espiritual en esto que todavía estoy aprendiendo, pero la parte que me ha ayudado hasta ahora son los tres encabezados que se encuentran debajo, que son físico, moral y espiritual. Estos muestran una progresión de nuestros pensamientos que se alejan de los rasgos negativos (una forma mortal de ver las cosas) hacia formas de pensar santas y espirituales. He aprendido que al orar a Dios y aprender acerca de mi relación con Él, puedo comprender mejor lo que significa pensar espiritualmente. Pero también he puesto en práctica estas categorías en términos de cómo pienso respecto a jugar al baloncesto.
He pensado en cómo mi equipo y yo hemos progresado en el baloncesto a lo largo de los años, lo que nos ha llevado a expresar más conscientemente las cualidades espirituales. Al principio, nos centramos en habilidades como bloquear a tu oponente, quién puede disparar mejor la pelota, y así sucesivamente. Luego aprendimos que deberíamos enfocarnos más en cualidades como la compasión por los demás, el buen espíritu deportivo con el otro equipo y apoyar a tus compañeros de equipo.
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