Últimamente me he encontrado mucho con este dicho: “Está bien no estar bien”. Estoy muy agradecido por la compasión que generalmente motiva esta declaración. Es importante que las personas sepan que no tienen que ocultar que están lidiando con algo o tratando de parecer fuertes por el bien de sus familias, amigos o incluso carreras; que pase lo que pase, son amadas y valoradas.
Pero ¿qué pasa con la suposición subyacente de que en realidad es normal que tengamos uno o más problemas “incorporados” a nuestra identidad? En otras palabras, ¿son las experiencias discordantes simplemente parte de quien somos?
Cuando era niño, tenía convulsiones dolorosas cada vez que participaba en actividades deportivas. También tenía que vigilarme cuidadosamente cuando jugaba al aire libre para asegurarme de que podía volver adentro rápidamente si surgía este problema. Mis padres y maestros siempre fueron muy considerados y atentos al ayudarme, cuidarme y consolarme cuando lo necesitaba.