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Se calman los temores de infertilidad

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 10 de noviembre de 2025

Original en español


El año pasado, mi esposo y yo celebramos nuestro decimosexto aniversario de bodas y el regalo de nuestra hermosa hija.

Unos años después de casarnos, comenzamos a pensar en tener hijos. Cuando no pude quedar embarazada, me diagnosticaron un defecto en una de las trompas de Falopio. Un año después, por recomendación de un médico, mi esposo y yo decidimos que debía operarme para quitarme la trompa ya que me dijeron que representaba un riesgo inminente para mi salud.

Me dijeron que incluso después de la operación tendría dificultades para quedar embarazada por medios naturales. En aquel entonces, mi confianza en el poder omnipotente de Dios no era tan fuerte. Confiaba en la ayuda de Dios en algunas cosas y en otras no. Sintiéndonos presionados por el tiempo y por nuestras familias, que no dejaban de preguntarnos por qué no teníamos hijos, mi esposo y yo probamos tratamientos de fertilidad artificial. Pero no funcionaron. Más tarde ese mismo año, cuando no estábamos sometiéndonos a ningún tratamiento de fertilidad, quedé embarazada, pero luego sufrí un aborto espontáneo. Después de esta pérdida y tal inversión de dinero, tiempo y emociones, detuvimos los tratamientos de fertilidad por completo, tomando la decisión de no tener hijos y dedicarnos a nosotros como pareja.

Entonces, dos años después, descubrí que estaba embarazada nuevamente. Debido a mi edad, los médicos dijeron que sería un embarazo de alto riesgo y que no tuviera falsas esperanzas.

Esta vez, tomé la decisión de poner el hermoso trabajo de la paternidad en manos de Dios. Pedí tratamiento metafísico a un practicista de la Ciencia Cristiana que, con amor y generosidad de espíritu, me apoyó durante todo mi embarazo con una comprensión espiritual de Dios y Su creación perfecta. Mi esposo también me apoyó. Aunque no es Científico Cristiano, él también cree en un Dios que jamás castiga y siempre tiene un buen propósito para Sus hijos.

En los meses siguientes, mi fe en Dios y mi amor por la Ciencia Cristiana aumentaron. Comencé a confiar plenamente en Dios como el único Padre-Madre de todos nosotros y a ver que el tiempo de nuestro Padre divino es perfecto. La voluntad humana no es un factor en el tiempo de Dios y en todo el bien que nuestro Padre-Madre ha planeado para nosotros.

A través del estudio de la Ciencia Cristiana también comprendí mejor que la naturaleza de Dios es perfecta, y que todos nosotros —nuestra beba, mi esposo y yo incluidos— reflejamos esa naturaleza. Como imagen y semejanza de Dios, no estaba sujeta a las leyes limitantes del tiempo o la vejez, sino que tenía dominio sobre ellas; expreso salud, juventud, armonía y alegría, todas las cualidades que provienen de nuestro Padre-Madre Dios, eternamente. También comprendí que esta beba era la manifestación de la Vida divina y que su ser era espiritual, y reflejaba la perfección y la armonía de Dios.

Al aceptar que estos hechos espirituales eran una ley —la ley de la Verdad y el Amor divinos que me gobernaban— la ansiedad y el miedo desaparecieron y tuve un embarazo normal, pacífico y sin complicaciones.

De hecho, estuve activa y trabajando hasta el día antes de que naciera nuestra hija. Es una niña de nueve años, sana e inteligente con sentimientos hermosos. Para mí y para mi esposo, ella es la mayor prueba de que Dios tiene un propósito maravilloso para nosotros que se manifiesta en el momento justo.  

Daisy Patricia Izquierdo Ortiz
Bogotá, Colombia

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