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Cuando Yo Tenia trece años,...

Del número de diciembre de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Yo Tenia trece años, una amiga de mi madre le sugirió que aprendiéramos acerca de la Ciencia Cristiana. Me matricularon en una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en la vecindad, y nunca olvidaré la devoción de aquellos maestros. El fundamento espiritual que recibí en la Escuela Dominical me ayudó a establecer mi camino con Dios a través de la vida.

Mi primera curación por medio de la Ciencia Cristiana fue después de una caminata nocturna con un amigo. Me levanté con una erupción que cubría todo mi cuerpo. Regresé a casa con mucho dolor. Mi madre me preguntó si quería la ayuda de un médico o de la Ciencia Cristiana. Escogí la Ciencia, y mi madre llamó a una practicista de la Ciencia Cristiana. Esto ocurrió un sábado por la mañana. Para el lunes yo estaba de regreso en la escuela, completamente sano.

Estoy muy agradecido por todas las curaciones que he tenido por medio de la Ciencia, por la instrucción en clase de Ciencia Cristiana y por la continua inspiración que he obtenido de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. También deseo expresar mi gratitud por las iglesias filiales a las cuales he tenido el privilegio de pertenecer como miembro en distintas oportunidades. Ha habido ocasiones en las que la inspiración que obtenía en los servicios religiosos dominicales y las reuniones de testimonios de los miércoles me han ayudado a superar una experiencia difícil.

Hace poco tuve el desafío de encontrar empleo. Supe que el departamento en el que yo trabajaba iba a ser transferido a otra ciudad. Por medio de la oración, percibí que era mejor para mi familia que nos quedáramos donde estábamos. Dos factores parecían pesar en mi contra para encontrar un nuevo empleo: el hecho de que había cambiado de empleo en varias oportunidades, y mi edad.

Mis primeras solicitudes fueron recibidas con un gran silencio. Desalentado, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara mediante la oración. Durante la semana siguiente progresé en mi comprensión de que el hombre en verdad siempre está en su lugar correcto como hijo de Dios, y que mi verdadero empleo consiste en reflejar a Dios en el ahora siempre presente. Me liberé de la ansiedad, y dos semanas después ¡tenía tres ofertas de las cuales escoger! Mi gratitud por la Ciencia Cristiana se ha profundizado a través de los años.


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