Durante Siete Años me molestó una úlcera duodenal recurrente y desarrollé una adicción a las drogas prescritas para el tratamiento de la misma. Simultáneamente, nuestros hijos adolescentes se asociaron con personas que usaban drogas ilegales.
La Ciencia Cristiana me interesó desde el momento que oí de ella, lo cual fue muy poco después de mi casamiento. La realidad espiritual de la verdadera existencia me impresionó, pero sentí que no podía dejar las medicinas ni para mí ni para mis hijos, de manera que por un tiempo fluctué entre varias denominaciones religiosas y formas de tratamiento médico.
Por último, la situación con nuestros hijos adolescentes se agravó y yo sabía que solo el Dios omnipotente podría salvarlos. El cambio sucedió en una conferencia de la Ciencia Cristiana a la cual había asistido con mis hijos. El conferenciante destacó la necesidad de obedecer a Dios y de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Explicó varios ejemplos de esta forma de vida y sus resultados, y los muchachos fueron receptivos a estas explicaciones.
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