Hace algún tiempo noté súbitamente que no podía ver con claridad. Más adelante, un examen de la vista reveló que el músculo de mi ojo derecho estaba paralizado (sólo podía leer con el ojo izquierdo). El oculista a quien consulté por así ser requerido para obtener la licencia de conducir, diagnosticó una parálisis del ojo, y recomendó mucho reposo y paciencia, en otras palabras, resignación por esta incapacidad.
Después de varias semanas de paciente espera, durante las cuales, por cierto, traté de resolver este problema orientando mis pensamientos en forma cristianamente científica, la condición permaneció sin cambiar. Entonces tomé un ejemplar de la Biblia y de Ciencia y Salud, y de otros escritos de la Sra. Eddy, y me fui a un tranquilo lugar de vacaciones. Allí estudié palabras tales como vista, discernimiento espiritual y ojo, para despejar mí pensamiento de temor. Era invierno, y el recinto solitario fue para mí el “aposento” de que ha hablado Cristo Jesús para que oremos en secreto al Padre (ver Mateo 6:6).
También, ahora comprendí mejor lo que la Sra. Eddy expresa en Ciencia y Salud cuando dice (pág. 486-487): “Si los cinco sentidos corporales fuesen el medio para comprender a Dios, entonces la parálisis, la ceguera y la sordera colocarían al hombre en una situación terrible, en la que estaría como los que están ‘sin esperanza y sin Dios en el mundo’; mas, en realidad, esas calamidades a menudo impulsan a los mortales a buscar y a hallar un concepto superior de la felicidad y la existencia”.
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