La Ciencia Cristiana ha sido una fuente de gran inspiración y alegría para mí desde que me apoyé en ella de todo corazón. Siento enorme gratitud hacia nuestro gran Maestro, Cristo Jesús, y hacia la Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, quien hizo que esta verdad pudiera ser practicada por toda la humanidad y por todos los estudiantes devotos de esta enseñanza. Es con alegría que declaro públicamente mi gratitud.
Tuve el privilegio de tomar instrucción en clase, y a mi regreso a Nigeria me quedé unos días en Lagos antes de seguir viaje hacia Aba. Cuando llegué a casa, me dijeron que mi esposa había ido ese mismo día a Lagos con nuestro hijito a esperarme y aprovechar de ver a su hermana mayor, que hacía dos años se había ido a Manchester, Inglaterra, y había regresado ahora para una corta visita.
Después de unos pocos días en Lagos, mi esposa tuvo que volver a Aba porque nuestro hijito cayó muy enfermo. Tenía sarampión, y además otras complicaciones. Mi esposa rechazó todas las recomendaciones de familiares y de otras personas en Lagos de que le suministrara al niño medicinas o atención médica. Les dijo que éramos Científicos Cristianos y que no deseábamos medicamentos. Pensó que si podía regresar a casa con el niño, éste sanaría. En consecuencia, se apresuró a regresar por el primer medio de transporte disponible, y llegó a Aba muy tarde en la noche. La enfermedad había dejado sus huellas en el cuerpo del niño, quien parecía bastante enfermo.