La Ciencia Cristiana ha sido una fuente de gran inspiración y alegría para mí desde que me apoyé en ella de todo corazón. Siento enorme gratitud hacia nuestro gran Maestro, Cristo Jesús, y hacia la Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, quien hizo que esta verdad pudiera ser practicada por toda la humanidad y por todos los estudiantes devotos de esta enseñanza. Es con alegría que declaro públicamente mi gratitud.
Tuve el privilegio de tomar instrucción en clase, y a mi regreso a Nigeria me quedé unos días en Lagos antes de seguir viaje hacia Aba. Cuando llegué a casa, me dijeron que mi esposa había ido ese mismo día a Lagos con nuestro hijito a esperarme y aprovechar de ver a su hermana mayor, que hacía dos años se había ido a Manchester, Inglaterra, y había regresado ahora para una corta visita.
Después de unos pocos días en Lagos, mi esposa tuvo que volver a Aba porque nuestro hijito cayó muy enfermo. Tenía sarampión, y además otras complicaciones. Mi esposa rechazó todas las recomendaciones de familiares y de otras personas en Lagos de que le suministrara al niño medicinas o atención médica. Les dijo que éramos Científicos Cristianos y que no deseábamos medicamentos. Pensó que si podía regresar a casa con el niño, éste sanaría. En consecuencia, se apresuró a regresar por el primer medio de transporte disponible, y llegó a Aba muy tarde en la noche. La enfermedad había dejado sus huellas en el cuerpo del niño, quien parecía bastante enfermo.
Inmediatamente vi que ese estado era falso y reconocí de inmediato que el niño era un hijo perfecto de Dios, inseparable del Amor divino. “La declaración científica del ser” dada en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy vino claramente a mi pensamiento (pág. 468): “No hay vida, verdad, inteligencia ni substancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo. El Espíritu es la Verdad inmortal; la materia es el error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material; él es espiritual”. Me aferré a la verdad vehementemente, y el niño se curó instantáneamente. Desapareció toda evidencia de enfermedad en su cuerpo.
Estábamos alabando al Principio divino, cuando le pregunté a mi esposa si no había traído equipaje, porque había llegado a casa sin ninguno. Entonces me dijo que tenía una valija, pero que el conductor del camión no le permitió llevársela esa noche, diciéndole que los pasajeros tendrían su equipaje a las siete de la mañana del día siguiente. Ella le insistió en llevársela esa noche ya que debido al estado del niño tal vez no le iba a ser posible volver a esa hora. El conductor mantuvo su decisión y mi esposa tuvo que dejar su equipaje.
A la mañana siguiente nos enteramos de que tan pronto como mi esposa se había ido la noche anterior, el guarda había sacado todo el equipaje y alguien se había robado la valija de mi esposa. Esto fue una triste situación para ella porque en esa valija tenía sus mejores vestidos, además de regalos de su hermana y de otras personas. No había forma de buscar la valija perdida ni al ladrón. Recurrí a Dios y me mantuve firme en la verdad de que en el reino de la realidad — el reino de Dios — no hay pérdida, todo está intacto y que el Amor divino es Todo-en-todo. Dios nunca puede permitir que Su idea sufra pérdida alguna. Le aconsejé a mi esposa que pensara que sus cosas no estaban perdidas y que afirmara que estaban en algún lugar y que le serían devueltas en algún momento y que se apoyara totalmente en Dios. Me aferré firmemente a la verdad lo mejor que pude.
Al cabo de unos siete días, el gerente de la compañía de transportes local me informó que los objetos perdidos habían sido localizados en un lugar a cuarenta millas de Aba. La Providencia divina había guiado al gerente, al conductor y al guarda del camión hacia una persona sospechosa que se había repartido las cosas de la valija con familiares y amigos. Se recuperó todo.
Debo mi gratitud a mi consagrado maestro de Ciencia Cristiana. Había yo aprendido a ver que el mal no tiene poder y a tratarlo como nada. Estoy profundamente agradecido de que Dios nos reveló este poder sanador por medio de la revelación que la Sra. Eddy tuvo de la Ciencia del cristianismo.
Aba, Nigeria
Es con gran alegría y profunda gratitud que confirmo el testimonio de mi esposo. Yo también aprendí lecciones muy valiosas con la curación de nuestro hijo. Estoy muy agradecida de ser miembro de La Iglesia Madre y de tener la oportunidad de servir a la Causa de la Ciencia Cristiana en Aba. Esta experiencia ha sido inapreciable para mí y verdaderamente estoy muy agradecida.
