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Cierta noche de invierno del año 1934, acompañé a un amigo a la...

Del número de enero de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cierta noche de invierno del año 1934, acompañé a un amigo a la reunión de mitad de semana de una iglesia de la Christian Science en Londres, Inglaterra. Los testimonios sinceros que allí escuché, el ambiente general de buena voluntad y sobre todo, la alegría que experimenté después de la reunión, me convencieron de que por fin había descubierto una religión completamente satisfactoria, es decir, una religión práctica.

Sentí como si se me hubiese abierto una puerta hacia un mundo nuevo de luz, que auguraba progreso, en vez de los extremos altibajos y tristezas acumuladas de pasados días—días de incertidumbre que me llevaron al punto de estar sinceramente dispuesto a adoptar cualquier curso correcto que me fuese revelado. La Christian Science se me presentó como una respuesta a mis anhelos.

Asistiendo regularmente a los cultos dominicales y las reuniones de los miércoles por la noche, y dedicándome cada vez más al estudio del libro de texto de la Christian Science, el camino hacia la luz se me mantuvo abierto. En muchas ocasiones, al presentárseme un problema urgente, encontré la manera de pasar unos ratos en una sala de lectura de la Christian Science, alcanzando aquella paz en que se nos revela el camino a seguir.

Gradualmente me fuí dando cuenta del falso concepto que yo tenía de mi propia entidad y poco a poco lo fuí abandonando. El cambio producido en mi modo de pensar se manifestó en la solución armónica de mis problemas y en las curaciones completas de una úlcera gástrica y de defectos de la vista que me habían obligado a usar lentes. Luego, con la ayuda muy paciente de un practicista, me curé de constipación crónica, que me había atormentado desde la juventud, y aprendí un poco mas acerca de las actividades armoniosas del Amor.

Mi esposa se interesó en la Christian Science, y al nacer nuestro tercer hijo, completamente bajo el cuidado de la Christian Science, se pudo levantar al día siguiente, y dos días después concurrió a la iglesia. No experimentó ninguno de los efectos subsecuentes que algunos amigos bien intencionados, pero que desconocían la Christian Science, habían pronosticado.

Mi profesión me ha llevado a varias partes del mundo, y me ha dado mucho ánimo ver que la Christian Science destruye condiciones discordantes de todas clases. Un ataque de influenza desapareció en dos días; uno de los niños se liberó del sarampión en una noche, y el mayor de ellos se curó de mastoiditis en dos semanas. En los trópicos, las fiebres de diversas clases han sido vencidas, por lo general en un par de días, mediante la afirmación de la presencia todo armoniosa de Dios y de que el hombre refleja el verdadero ser. Las lombrices intestinales han desaparecido y diversos grados de infección se han sanado.

Los ajustes inherentes a los cambios de hogar en varios países y aun las exigencias de todas clases, han sido resueltas por medio del eterno apoyo del bien, según es revelado en la Christian Science.

A consecuencia de todo esto, reconozco con gozo la completa eficacia de las enseñanzas de Mary Baker Eddy, y mi deuda de gratitud a ella y a todos los que han contribuído a esparcir las verdades de la Christian Science es muy grande.—

Es con un sentido profundo de gratitud a Dios, que verifico el testimonio que antecede.

La Christian Science y las verdades que ella revela han sido tanto para mí como para mi familia, una verdadera fuente de inspiración, un sendero de vida y una religión demostrable.

Estoy muy agradecida por las oportunidades y el privilegio que se me ha ofrecido para ser útil en una Sociedad de la Christian Science en esta ciudad, como asimismo por los practicistas que están siempre listos para ayudarnos cuando se nos presentan graves problemas, así como por todos los medios instituídos por Mrs. Eddy para promover la Christian Science.

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