Muchos abrigan la falsa noción de que todo aquello que es profundo necesariamente ha de ser complejo y enmarañado, mientras que aquello que es sencillo y fácil de comprender es superficial. El caso es todo lo contrario.
Las verdades sencillas son verdades que sanan, lo suficiente profundas para expresar el Principio divino y lo bastante claras para encontrar alojamiento en el pensamiento perturbado. La humanidad está buscando, como jamás lo ha hecho antes, no el manjar intelectual, sino el alimento humilde, sin ornatos, que satisface el corazón, acalla el temor, elimina el dolor y cura tanto el cuerpo como la mente. La verbosidad profusa del antiguo clero intrigante, oprimía al comensal, mientras que el sencillo alimento espiritual, contenido en las parábolas y enseñanzas de Jesús, satisfacía al hambriento. La Christian Science de nuevo prepara "una mesa en el desierto" y convida a todos para que vengan y participen de ella libremente. En esta hora transcendental, los Científicos Cristianos tienen la rara oportunidad de presentar la Verdad de manera tan directa, sencilla y atractiva que "aun el que corre puede leer." Así es como de nuevo viene el Mesías a la tierra con el mensaje de salud que se hace asequible, en un idioma fácil de entender, a todo aquel que es receptivo.
Un conocido escritor ha dicho: "El orden y la simplificación son los primeros pasos hacia el dominio de un tema—el verdadero enemigo de lo desconocido." El trabajo mental de los Científicos Cristianos debiera acercarse, cada vez más, a la sencillez que caracterizó el pensamiento y las declaraciones de su Guía, Mary Baker Eddy, quien, a través de sus escritos, abandonó el escolasticismo superficial por las profundidades cálidas y tiernas de la misericordia y amor divinos.
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