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Unidad con el infinito

Del número de enero de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"PARA los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy esta lleno de bendiciones." Este es el mensaje misericordioso que la Christian Science  El nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la "Ciencia Cristiana." trae a la humanidad, y que se encuentra en la primera página del prefacio de su libro de texto, Science and Health with Key to the Scriptures (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras), por Mary Baker Eddy. Estas palabras, repletas de esperanza, consejo y sabiduría, elevan el pensamiento y ofrecen una vía de escape de la desesperación, a los que estan cansados y maltrechos por la guerra. Con divina ternura y eficaz persuasión, este mensaje vuelve la mirada de los hombres, de la aridez de la materialidad a la comprensión de las bendiciones del bien eterno.

A medida que los hombres, guiados por el pensamiento inspirado, abandonen sus creencias perturbadas acerca de la existencia y comprendan el universo, según fué creado por Dios, percibirán oportunidades de progresar que antes no habían advertido, y se les revelarán perspectivas de la Vida con la que jamás hubieran soñado. Al desviar el pensamiento de lo finito hacia lo infinito, se adquiere nuevo valor para apropiarse de las verdades inapreciables del bien siempre presente. Entonces la noche menguante del mal cede al amanecer de la justicia, dentro de cuyo resplandor aparece el cielo de nuestras oraciones.

El infinito siempre está con el hombre. En verdad, es lo único que siempre está presente con él, porque lo incluye todo. El infinito es la Vida sin límite, la Mente, la substancia y la causa del universo y del hombre. Es omnipotente, grandioso y eterno. Es aquello que no puede ser obstruído, ni se puede acabar. Lo finito no puede existir dentro de lo infinito, y nada hay fuera de él. El hombre, coexistente con el infinito, no puede experimentar limitación alguna.

La existencia eterna del hombre en la substancia ilimitada del Espíritu, excluye la posibilidad de la existencia transitoria, la vida llena de peligros o las tendencias materialistas. El desarrollo continuo le está asegurado porque en la substancia espiritual no existen elementos de privación, de decadencia ni de aniquilamiento. Esta substancia del bien inagotable no admite variación alguna, ya sea en calidad o en cantidad, ni conoce el ser finito ni sus limitaciones. Y el Espíritu capacita al hombre para recibir la perfección, sin límite alguno.

El Espíritu necesariamente confiere al hombre inteligencia y facultades infinitas, porque el hijo de Dios debe conocer y experimentar tanto el alcance como la adaptabilidad específica de las leyes de su existencia eterna. El hombre forzosamente vive en el ritmo continuo de la armonía perpetua, puesto que compenetra el Principio divino y coexiste con la eternidad. Su destino es vivir sin apartarse por un momento de la perfección—sin experimentar limitación ni peligro.

La comprensión de la infinitud de la Vida, conduce a la humanidad al abandono de sus dudas y temores acerca de la existencia del hombre y a la posesión consciente de las obras portentosas de su creador. Desde el momento que la Vida eterna abarca posibilidades infinitas, no hay razón para temer por el porvenir del hombre. Nunca se encontrará desamparado ni jamás llegará a ser inútil. Las funciones de la Vida infinita no son disueltas por el transcurso de los años, sino que se apoyan en leyes eternas. La naturaleza de la Vida del hombre consiste en accesibilidad y seguridad invariables, previsión infalible y recursos inagotables.

Al apoyarnos en la Vida infinita, experimentaremos vida eterna, nos daremos cuenta de nuestra propia entidad espiritual, y nos elevaremos por encima de la ruina de la mortalidad, en vez de ser atrapados por ella. No es peligroso abandonar progresivamente lo finito por lo infinito; abandonar el mito desvaneciente por la realidad que perdura. A medida que la Verdad aparece con mayor claridad a los hombres, menos se apoyarán en lo finito y más en el infinito. Cuando se comprende lo inadecuado que es lo temporal, se abraza lo eterno sin titubear. "Por lo cual ¡salid de en medio de ellos y separaos, dice el Señor ... y yo [el infinito] os recibiré, y seré vuestro padre, y vosotros seréis mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso!"

La Vida infinita ha destinado al hombre a vivir con las glorias del Amor eterno, mas nunca a luchar con las desilusiones del sentido finito. Deja al error fuera del universo, sin permitir oposición alguna al bien, ni enemistad ni luchas en su contra. La Vida le da al hombre una existencia apacible, con seguridad divina, y tranquila en su santa soberanía. Le confiere a su descendencia divina la certeza y la prueba de estar reinando con Dios, a Su diestra. Esta es la paz prometida a la humanidad. Esta es la paz que Dios confiere.

La verdad de que todo hombre puede reflejar la infinitud de la Mente, tiene gran significado para la humanidad. Este hecho no deja lugar a la ignorancia, al mesmerismo ni al fatalismo. Los errores y malos entendimientos y sus tristes consecuencias son desconocidos a la Mente eterna. El punto de vista divino es, desde luego, aceptado por todas las ideas de la Mente y constituye la verdadera percepción y perspectiva. Como idea de la Mente, el hombre posee la sabiduría divina que le capacita para percibir, evaluar y reflejar la infinitud del bien. El infinito no es cosa extraña para él, sino que es la atmósfera más esencial para su existencia.

La Mente infinita familiariza al hombre con la existencia espiritual, le da comprensión de la individualidad divina y entendimiento de la eternidad. Le capacita para comprender la existencia, sus reglas de armonía interminable y la substancia espiritual, asi como para hallar siempre la solución perfecta a los problemas. En realidad, el hombre no está cargado de creencias transitorias que debe desaprender y extirpar. El hombre más bien manifiesta el sentido infinito de la Vida que pertenece a la Mente. La naturaleza del hombre, como evidencia de Dios, tiene que ser infinita y su unidad con el infinito, en todas sus cualidades, constituye el cielo.

Al reflejar la Mente infinita, el hombre comprende el universo, reconoce y personifica las leyes de la inmortalidad y vive en paz en la inmensidad espiritual. No conoce un solo instante de existencia sin Dios, sin Su comprensión y Su cariño. Al través de los ciclos infinitos del ser, el hombre no conoce ni la limitación, la materia ni el error, sino que vive en la eternidad. La única manera de alcanzar el infinito, es percibiendo que el hombre jamás se ha alejado de la infinitud.

¿Serán demasiado transcendentales estas declaraciones de la Christian Science para ser aceptadas como la verdad concerniente al hombre, individual y colectivamente? Sin embargo, hoy mismo constituyen la realidad absoluta, y a medida que la humanidad acepte, comprenda y confíe en el infinito, se salvará del mal. Apoyándose en lo que es ilimitable, se conocerá la substancia sostenedora, nunca el vacío; se sentirá seguridad completa, en vez de la incertidumbre; se gozará de la existencia comprensible, en lugar de lo desconocido, en fin, se obtendrá el verdadero concepto del hogar.

En el estado actual del progreso humano, se presenta a todo hombre la era de la aventura divina, en la que la humanidad debiera elevar los pensamientos hasta alcanzar y disfrutar de las perspectivas superiores de la Vida. Las pequeñas preocupaciones y molestias insignificantes, los detalles irritantes superficiales y los prejuicios que nos amarran, los aparentes errores sutiles y elementales, toda la impedimenta de la mortalidad, forman parte del finito y pertenecen a él. Al abandonar lo finito por lo infinito, en todos y cada uno de nuestros conceptos de la existencia, nos libramos de estas y de otras discordancias. Este abandono de lo finito nos trae fuerza en lugar de cansancio al terminar del día; revela bendiciones en vez de problemas, desde el amanecer hasta el anochecer; señala una perspectiva más amplia de la Vida, en lugar de un horizonte limitado.

Según cede lo finito a lo eterno, en el pensamiento humano, el reino de Dios, Su infinitud, aparece tal y como en realidad es, Todo-en-todo. Este reino no puede aparecer de una manera limitada; ni es posible que lo finito, la supuesta ausencia de la totalidad de Dios, pueda ocultar para siempre el aparecimiento de la realidad divina. El reconocimiento de estos hechos capacita a la humanidad para vencer, con la sabiduría divina, las falsas pretensiones del poder del mal, hasta que no quede muro alguno de obstrucción, y la puerta abierta del bien infinito abra el paso a los nuevos caminos del progreso. Ante el reconocimiento del poder infinito, el Mar Rojo se dividió y los muros de Jericó cayeron.

La presente época de nuevo exige, como antaño, que cada individuo se mantenga solo con Dios, con el bien omnipresente. Las palabras de Moisés, dirigidas a los Israelitas frente al río Jordan, describen gráficamente la posición actual de la humanidad. Estas fueron sus palabras: "Mas vosotros que os adherísteis a Jehova vuestro Dios [el infinito], estáis todos vivos hoy." Es de importancia vital que los hombres despierten aun más a la necesidad de la dependencia individual sobre la fuente y los recursos divinos. Solamente de esta manera podrán finalmente resolverse los problemas personales, nacionales y del mundo entero. El apoyarse los unos sobre los otros, es un procedimiento imprudente e inseguro, mientras que, apoyándonos en el infinito, experimentaremos completa seguridad. Esta verdad es aplicable a todo niño, mujer y hombre por igual y constituye un refugio de las quebrantadas esperanzas humanas, del desamparo trágico, del temor y del desastre de los tiempos actuales.

Aquello que parece tener límites, no es la realidad, no es una segunda creación, ni siquiera una experiencia temporal; en realidad no es más que un sentido equivocado de la Vida, que es suprema. Entonces, el dejar lo finito por lo infinito no significa morirse, sino más bien despertarse a la realidad. No se trata de emerger de algo dentro de lo cual existimos, a algo desconocido, sino de cambiar un sentido falso de la vida por los hechos eternos del ser. Así es como nos damos cuenta de la relación del hombre para con Dios y de la naturaleza de Dios.

En las páginas 2 y 3 de su libro The People's Idea of God (El concepto común acerca de Dios) Mrs. Eddy escribe lo siguiente: "En todas las épocas, así como la creencia de la gente respecto a Dios se ha vuelto menos materialista y menos finita, en igual medida su concepto de la Deidad se ha mejorado; ya no es un tirano personal o una imagen fundida, sino la Vida, la Verdad y el Amor divinos,—la Vida sin principio ni fin, la Verdad sin un desliz o error y el Amor universal, infinito, eterno. Este concepto más perfecto, constantemente mantenido en el pensamiento de los hombres, debe tener una influencia benigna e inspiradora sobre el carácter de las naciones, al igual que sobre el carácter individual, y acabará por llevar al hombre a la comprensión de que nuestros ideales forman nuestros carácteres, y que el hombre, 'según piensa en su alma, así es'."

Los pueblos de la tierra, al despertar, están vislumbrando en lontananza el amanecer del dominio individual y divino,— están progresando, quizá sin advertirlo, hacia la comprensión de la unidad del hombre con el infinito. Aun puede faltar mucho para que el mundo comprenda, de manera permanente, este hecho básico de la existencia; pero ya raya el alba. El reino aparente de lo finito está declinando; el infinito se está aclarando. Cada momento de comprensión de la eterna unidad del hombre con la infinitud del bien, establece para toda la humanidad mayor dominio sobre la mortalidad y revela la existencia del hombre como hijo de Dios. A este fin el Amor divino inaugura y lleva a cabo la demostración.

Todas las creencias acerca de la existencia material, o sea, de lo finito, están siendo sacudidas hasta sus cimientos. Las costumbres antiguas están desapareciendo, los parajes conocidos están cambiando, los parentezcos humanos se disuelven, las fuentes de confianza fallan. No obstante, un niño que se encuentre solo en un lugar devastado, puede percatarse de la presencia de su Padre-Madre, Dios, el Amor infinito que tiene poder para hacer brotar una fuente de agua en el desierto, y podrá sentir el abrazo protector de los brazos sempiternos. La mujer que ha perdido a su esposo, puede experimentar la protección del Amor divino. El aviador que surca los cielos, puede sentirse completamente seguro bajo el cuidado vigilante de Aquel, quien es a la vez fuente y substancia de su ser. Quien guarda el universo, ¿no tendrá siempre buen cuidado de los Suyos?

El Amor infinito que es la Vida eterna del hombre alimentará a toda boca hambrienta, enjugará cada lágrima temblorosa, afirmará el paso inseguro, guiará a su hogar al peregrino. ¡Que cada mano, ya sea menuda, desamparada, tierna, tosca o fuerte, se apoye en el Infinito; que cada corazón confíe en Su protección! Así los recursos infinitos, destinados a bendecir a la humanidad, se harán comprensibles a los hombres y los libertarán. Así los habitantes de la tierra serán alimentados y jamás volverán a tener sed, ni hambre. Así, también, vivirán tranquilos y seguros, donde nadie les causará temor. Así no habrá más separación ni dolor.

¿No será que todo esto significa que la creencia en lo finito será obligada a desaparecer ante el entendimiento del infinito? En verdad, esa pérdida es ganancia. Es el cumplimiento de las palabras escritas por la Descubridora de la Ciencia del infinito, Mary Baker Eddy, según ella describe la forma en que la humanidad se redime de toda clase de limitación. En la página 160 de su libro The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo y Miscelánea) ella escribe: "El vivir de tal manera que la conciencia humana se mantenga en relación constante con lo divino, lo espiritual y lo eterno, es individualizar el poder infinito; y esto es la Christian Science."


Aquella acción es la mejor, que procura la mayor felicidad para el mayor número de personas.—

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