EN el libro del profeta Jeremías, se lee: "Estando Jeremías todavía preso en el patio de la cárcel, tuvo segunda vez revelación de Jehová." ¿No parece a veces que muchos de nosotros estamos encerrados en prisiones de enfermedad, de temor, de pecado, faltos de oportunidad, privados de amigos y educación? Sin embargo, la palabra del Señor puede penetrar a cada una de esas prisiones, para llevarle libertad a los cautivos, pues "en donde estuviere el Espíritu del Señor, allí hay libertad."
¿Por qué será que parecemos estar así aprisionados, y cómo podremos encontrar la libertad? ¡Seguramente no es la voluntad de nuestro cariñoso Padre que Sus hijos se conviertan en inválidos por la enfermedad, ni que se restrinjan por la falta de las cosas buenas, quedando desolados y deprimidos! ¡Jamás! Su voluntad es que nos regocijemos, por reflejo, en todo lo que El ha hecho,—que gocemos de salud radiante, sabiduría infalible y alegría inagotable. "Vió Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno." Pero también leemos que: "Una neblina subía de la tierra", e inmediatamente obtenemos un concepto tergiversado del hombre. El único efecto de la neblina es el de obstruir nuestra visión, excluyendo aquello que, a pesar de todo, jamás puede borrar, ni aun afectar. Los cinco sentidos físicos constituyen la neblina, a través de la cual obtenemos el concepto desfigurado del hombre de Dios; estos condenarían a la humanidad a ser maniatada con sus proprios lazos crueles de limitación e indigencia. La única forma en que podemos darnos cuenta de cualquier enfermedad, es por conducto de esos sentidos físicos. Aunque estos perviertan nuestro concepto de la creación, nunca podrán alterar la creación misma; y por más que la oculten, jamás podrán destruir nuestra libertad; en vano pretenden aprisionar aquello que jamás puede ser aprisionado, o sea, la creación del Espíritu, que es absolutamente espiritual.
¿Cómo lograremos sobreponernos a los sentidos materiales? "La visión jamás se despeja dando golpes a derecha e izquierda contra la neblina, pero la panacea universal se alcanza cuando levantamos la cabeza por encima de ella." Esta es la receta que Mary Baker Eddy nos da en la página 355 de su libro, Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos).
El sentido espiritual está completamente libre de toda condición física; sólo se halla consciente de las cosas del Espíritu y da testimonio de la radiante realidad de la perfección. El sentido espiritual sirve como testigo de Dios. Con él nos elevamos por encima de la neblina; vemos que todo lo que El ha hecho es "muy bueno." Aun dejamos de aceptar la evidencia de que pueda existir una neblina que estorbe la visión, y nos damos cuenta de que la sabiduría, la inteligencia, la salud, la alegría y la satisfacción divina, como cualidades de Dios, son y por siempre han sido establecidas en la Mente, y que nos corresponde aceptarlas y conservarlas siempre, por reflejo.
Más, alguien puede preguntar: ¿Cómo puede uno escalar esas alturas del sentido espiritual, desde las cuales se percibe y demuestra la libertad, tanto para uno mismo como para los demás? Al encontrarse encarcelados en Filipos, según las Escrituras, Pablo y Silas "estaban orando y cantando himnos a Dios." No perdieron tiempo en la conmiseración propia, ni haciéndose preguntas irritantes acerca de su detención, sino que rehusaron aceptar o ser desalentados ante la evidencia de los sentidos físicos. En su lugar, cantaron himnos a Dios y se regocijaron en la comprensión de la presencia y el poder del Espíritu. Este sentido espiritual sacudió los cimientos (la evidencia de la mente mortal) de la cárcel y "se les soltaron a todos las prisiones." De igual manera, nosotros, estando todavía en la prisión, podemos cantar. Tenemos que sembrar la semilla del regocijo, antes de poder segar la cosecha de la demonstración. Y nuestro incentivo para esforzarnos a escalar sinceramente esas alturas de la visión espiritual, es que de esta manera lograremos liberar, no sólo a nosotros mismos, sino a muchos otros que se hallen igualmente maniatados. Cada curación de la enfermedad o del mal, a la manera de la Christian Science, ayuda a desatar de esos errores a los demás.
Habiéndonos regocijado, ahora, mediante el estudio consagrado de la Biblia y Science and Health (Ciencia y Salud), podemos proseguir a obtener un mejor entendimiento de los hechos espirituales del ser, lo cual nos capacita para reemplazar la falsa evidencia de los sentidos, con la verdad científica. Mediante este estudio consagrado, llegaremos a percibir la "verdad contraria" respecto a la enfermedad que, según nuestra Guía, se requiere "para curar cualquier enfermedad" (Science and Health, pág. 233). Exactamente de la misma manera, el estudiante de las ciencias naturales se capacita, mediante el estudio inteligente de sus libros de texto, para reemplazar el testimonio de los sentidos, que nos dicen que el sol gira en derredor de la tierra, con el hecho, científico y comprobable, de que precisamente lo contrario es la verdad. Sus investigaciones no afectan ni al sol ni a la tierra; sino que simplemente reemplazan sus conceptos erróneos, con la verdad.
A medida que se profundice nuestro entendimiento, aumentará nuestro gozo al poder afirmar inteligentemente que: "No hay vida, verdad, inteligencia, ni substancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo." De esta manera espiritualmente mental, es como se conmueven los cimientos de nuestra prisión, y caen todas nuestras cadenas. El testimonio de los sentidos físicos ya no es ni temido ni ignorado, sino inteligentemente rechazado y anulado por el testimonio del sentido espiritual. Mientras estamos todavía en la prisión, la palabra del Señor nos llega y nos capacita para obedecer el himno que dice:
"Oh soñador, despierta de tus sueños,
levántate, cautivo, libre ya;
que el Cristo rasga del error el velo
y de prisión los lazos romperá."