LA demora que existe entre un propósito recto y su ejecución, es algo común a la experiencia humana; mas para la Mente pura, la dilación no existe. La Mente, que lo es Todo, hace que cada propósito recto tenga inmediata ejecución. La omnipotencia, omnisciencia y omniacción de la Mente, aseguran este resultado.
Las demoras en el cumplimiento de los propósitos, resultan de la creencia de los mortales de que son estorbados, ya sea por la falta de conocimientos o recursos o por fuerzas físicas, circunstancias o personas que les son adversas. Estos argumentos afirman que la dilación y el contratiempo intervienen para impedir la ejecución de aquello que la inteligencia absoluta nos indica que se puede y se debiera ejecutar inmediatamente.
El progreso humano ha disminuído las demoras en los transportes y las comunicaciones. Los métodos modernos de manufactura están acortando el tiempo requerido en la fabricación de los productos de la industria. La geofísica está acortando el tiempo que se empleaba para encontrar los minerales de la tierra. Se dice que probablemente en un futuro no muy lejano, mediante el uso de tubos electrónicos, habrá considerable disminución en el tiempo actualmente requerido para cocinar. Un filete podrá ser asado en tres segundos; un pastel se cocerá en dos; los huevos quedarán cocidos en un pestañeo. Aun más, el hogar podrá ser desempolvado con rapidez, por medio de aparatos magnéticos. ¿Por qué será que no hemos podido hacer estas cosas antes? Simplemente porque el pensamiento humano no ha comprendido las fuerzas ya existentes, mediante las cuales se avienen el propósito y su ejecución.
Cuando Jesús estaba en la tierra, los medios de transporte y comunicaciones eran lentos. Se requería mucho tiempo para ir a un lugar distante. Pero el Maestro comprendió y utilizó las fuerzas espirituales de la Mente omnipotente, desconocidas para los que le rodeaban, a fin de llevar el propósito recto a su inmediata ejecución. Cuando era el propósito de Dios que Jesús estuviera en determinado lugar, "llegó luego la barca a la tierra adonde iban." El sabía que la omnipotencia de la Mente, con la cual el hombre es aunado, no puede ser detenida por la materia sin mente, en la ejecución de su inequívoco propósito.
Cuando le era necesario saber lo que otros pensaban, a fin de ayudarles, la Mente le informaba al instante. ¿Qué derecho tenía la materia negativa para interponer una obstrucción y dilatar el tiempo entre un justo propósito y su ejecución? Jesús comprendió que cuando la Mente habla, su propósito es ejecutado inmediatamente.
Mary Baker Eddy percibió esta verdad claramente y la aplicó, al igual que Jesús, a la curación de los enfermos. Pidió a los Científicos Cristianos que trabajasen para obtener curaciones instantáneas y que las esperasen confiadamente. Refiriéndose al Maestro, escribió (Miscellaneous Writings [Escritos Misceláneos], pág. 200): "Fué la completa sencillez de la Verdad, en la Mente de Jesús, lo que hizo que sus curaciones resultaran fáciles e instantáneas." Jesús comprendió tan claramente el propósito ilimitado de Dios, de que el hombre fuera sano, y que la ejecución inmediata de tal propósito era cosa natural, que, según los relatos bíblicos: "al instante recibieron la vista", "la dejó la fiebre", "se le abrieron los oídos, y desatóse la ligadura de su lengua", "al instante ella se enderezó", e inmediatamente las multitudes fueron confortadas.
Entendamos más conscientemente el efecto inmediato de la omnipotencia de Dios y la eterna supremacía de Su ley. La presencia y poder de Dios no estarán más con nosotros dentro de una semana, un año, o un siglo, de lo que en realidad lo están en este mismo momento. El amor que El tiene por Su reflejo, el hombre, y el gobierno exclusivo que tiene sobre Su imagen, existen ahora mismo. El tiempo no acrecentará el poder de Dios, ni añadirá nada a la eficacia de Su cariñosa redención.
En la página 39 de Science and Health with Key to the Scriptures (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras), Mrs. Eddy dice: "'¡Ahora!' clamó el apóstol, '¡es el tiempo acepto! ¡he aquí ahora es el día de salvación!'—queriendo decir, no que ahora los hombres tienen que prepararse para la salvación o seguridad en un mundo futuro, sino que ahora es el tiempo de experimentar esa salvación, en espíritu y en vida. Ahora es el tiempo para que los llamados dolores y placeres materiales desaparezcan, pues ni los unos ni los otros son reales, siendo imposibles en la Ciencia." Estas verdades, al comprenderse, eclipsarán en nuestros corazones, el mito de la dilación, producto de la ignorancia y del temor. La dilación no es una condición que nos viene de afuera, sino una creencia dentro de nosotros que, con la ayuda de Dios y de Su Cristo, habremos de desechar.
La aparente dilación en el cumplimiento de un propósito justo, procede de la creencia en una mente material y en un hombre mortal, rodeado de limitaciones. Esta mente arguye que la salud es algo deseable, pero que uno no puede gozar de ella inmediatamente. La enfermedad, según aquella mente, debe seguir su curso; a la sazón podréis estar bien o, después de un lapso de tiempo, sentiros mejor. Y, continúa, podréis esforzaros por alcanzar algo que merezca la pena, pero su consumación es incierta y pueden ocurrir largas demoras.
La influencia del mentiroso es nula si nadie cree sus mentiras. Nosotros, por medio de nuestro entendimiento de Dios y el hombre, deberíamos rehusar creer la mentira de la mente material y negativa, de que tiene que haber cierta demora antes de que el hombre pueda estar sano, libre de pecado, armonioso y próspero. La inteligencia, o la Mente, es omnipotente ahora mismo, sus propósitos se imponen espontáneamente por la ley espiritual, y "no hay quien pueda detener su mano, ni decirle: ¿Qué haces tú?"
Es por medio del sentido espiritual, y no del material, que hallamos la presencia, el poder y el gobierno de la Mente que es nuestra Vida, nuestra Alma, nuestro Todo. Por medio del sentido espiritual, el sentido de la Mente, llegamos a estar cada vez más conscientes de nuestra unidad con el bien omnipotente, y de nuestro lugar en su universo. Nos damos cuenta de que la causa, soberanamente inteligente y que ama a todos por igual, está continuamente haciendo que tengamos, sin frustración ni demoras, lo que le es propio al representante de Dios.
Debiéramos darnos cuenta de lo natural que es para las fuerzas de la Verdad, producir la salud hoy mismo; cuán justo es realizar ahora la completa liberación del pecado; cuán científico es que el propósito recto sea desligado de toda dilación. La Mente es, y siempre será, superior a toda demora; y así también el hombre. En la Mente y su representante, el propósito su consumación siempre moran juntos.