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Invocando el poder de Dios

Del número de enero de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En estos días de ajetreo y tensión, es conveniente apartarse del mundo tranquilamente tan a menudo como sea posible. El pasar algún tiempo a solas con Dios, cada día, es experimentar un recreo vivificante.

También resulta provechoso hacerse a sí mismo unas cuantas preguntas concretas, como las siguientes: ¿Cómo he llegado a mi estado actual? ¿Quién o qué es lo que me ha cuidado hasta este momento? ¿Será posible que este cuidado me sea retirado? La consideración detenida de las preguntas anteriores, conducirá a esta otra: ¿He sido lo suficientemente agradecido por el cuidado constante del Amor divino?

El estudio de algunas de las narraciones de la Biblia, revela el hecho de que cuando la humanidad se ha colocado confiadamente bajo el cuidado de Dios, la protección del Altísimo se ha mostrado instantáneamente disponible. No tiene uno más que leer los relatos inspirados acerca de Moisés, Josué, Gideon y otros, en momentos de peligro, para darse cuenta de que con Dios "no puede haber variación, ni sombra de mudanza", y que este mismo poder que siempre ha sido accesible a la humanidad, puede también invocarse hoy.

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