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Pasé muchos años de mi vida "teniendo hambre y sed de justicia", mas...

Del número de enero de 1947 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Pasé muchos años de mi vida "teniendo hambre y sed de justicia", mas ahora puedo decir, con toda sinceridad, que, mediante las enseñanzas de la Christian Science, estoy cada vez más convencida de la presencia y del poder de Dios, aquí y ahora mismo.

Poco antes de que supiese de la Christian Science, me dí cuenta absoluta de dos grandes necesidades de mi vida. Una de estas era la de hallar un hogar donde prevalecieran el amor y la armonía, y la otra era la de pertenecer a una iglesia donde pudiera adorar al verdadero Dios viviente y encontrar la solución satisfactoria al complejo problema de la vida. En aquel entonces mi situación se hallaba bastante difícil y había resuelto tomar un paso que me prometía salvación y libertad, pero que desatendía el bienestar y la felicidad de los demás. Mi experiencia anterior en un hogar cristiano me había proporcionado un sentido religioso muy arraigado, e instintivamente supe que este plan que estaba determinada a seguir, por tener fines egoístas, no podía ser la solución de Dios a esta dificultad. El conflicto mental que sobrevino me causó mucha angustia.

Dos o tres amigos míos eran Científicos Cristianos y, viendo mi gran necesidad, trataron de ayudarme de una manera muy bondadosa y prudente. Dos cosas se me presentaron muy claras: primero, que debiera proceder correctamente, haciendo caso omiso del sacrificio que esto pudiera significar; y, segundo, que debiera tratar de ver a mi prójimo como el hijo de Dios, cariñoso, servicial y bondadoso, sin tomar en cuenta el perjuicio, por grande que fuera, que él me pudiera haber ocasionado. Esto encontré muy difícil de hacer, pero hallándolo de acuerdo con un alto concepto del cristianismo, intenté hacerlo. Una lucha mental poderosa tuvo lugar y finalmente, con un gran sentido de conmiseración propia, renuncié la voluntad humana y decidí dejar el futuro en las manos de Dios. Salí una mañana sintiéndome sumamente abatida, intentando resignarme a lo que esperaba que fuese un vacío completo en mi vida, hasta que la muerte me liberase de la esclavitud y vacuidad de la vida material y quizá me revelase algo mejor en la vida venidera. Dentro de unos cuantos días, me pasó algo muy sagrado y bello. Mi conciencia fué purificada de todo pensamiento de rencor, pesadumbre y desconcierto. Me sentí dichosamente libre, aliviada y sumamente feliz. Había sido curada por la Christian Science.

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