Hace más de veinte años que la Christian Science me está proporcionando beneficios de carácter físico, pecuniario y espiritual, por todos los cuales siento profunda gratitud hacia Mrs. Eddy, hacia los practicistas y hacia los muchos Científicos Cristianos que tan generosamente me han ayudado a progresar. El haber asistido a una clase autorizada de la Christian Science y a las reuniones anuales de mi asociación aumentan mi júbilo y mi aptitud para participar en el desenvolvimiento del bien que se hace nuestro a medida que lo buscamos. Espero que las curaciones que relataré a continuación puedan ser de interés y aliento para otros.
Una mañana de invierno en el año 1934, mientras atendía a mi trabajo, de repente me sentí incapacitado debido a una sensación de debilidad y fuertes dolores. Una practicista que ya en muchas otras ocasiones había sido para mí un gran apoyo espiritual vivía a unos tres kilómetros de distancia de donde yo trabajaba, de modo que con gran esfuerzo me dirigí a su casa para pedirle ayuda. Tal fué su comprensión espiritual que a los pocos minutos de conversar con ella fuí instantáneamente curado de una hernia. Esta curación fué tan completa y permanente que diez años más tarde, en 1944, cuando fuí examinado para servir en las fuerzas armadas me declararon apto para todo servicio.
En otra ocasión pedimos ayuda a la misma practicista un corto tiempo antes de que naciera nuestra hija mayor. Todo parecía progresar satisfactoriamente cuando, un mes antes del nacimiento, la enfermera que habíamos contratado declaró que a menos que se consultara a un médico, ella no atendería el caso. Consultamos pues a un médico, quien nos dijo que era dudoso que el alumbramiento fuese normal debido a que mi esposa sufría de un defecto físico. No obstante, nuestra hijita nació normalmente y de una manera muy armoniosa, merced al tratamiento en la Christian Science. Desde entonces nos ha nacido otro niño sin que hubiera la menor dificultad o complicación.
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