La lectura de los testimonios que aparecen en nuestros periódicos me ha ayudado tantas veces que pido sinceramente a Dios que este testimonio mío ilumine la senda de alguien que esté buscando la Verdad, y que le aporte al menos en cierta medida esa paz “que sobrepuja todo entendimiento.”
Desearía relatar una curación que experimenté hace muchos años. En dos ocasiones me habían operado en un hospital sin éxito, y yo me hallaba muy desalentada. Mi caso se parecía al de la mujer que se menciona en la Biblia (Mateo, 9:20) que padecía flujo de sangre. No sabiendo qué hacer, estaba para ingresar por tercera vez en el hospital cuando el portero de nuestro edificio me preguntó por qué no probaba la Christian Science. Conseguí el nombre de una practicista y la visité esa misma tarde. Fué en verdad una visita maravillosa. Nunca olvidaré la paz que me invadió mientras ella me explicaba la verdad acerca de las relaciones que existen entre Dios y el hombre. La practicista me dió un tratamiento y unos periódicos de la Christian Science. Los leí, y oré sinceramente a Dios por que me ayudara a comprender. El escuchó mis oraciones, pues en menos de una semana fuí sanada y pude volver a mi puesto.
Estoy tan agradecida que he hallado el buen camino, y mi constante oración es que sea yo capaz de obedecer el mandato de Jesús (Mateo, 5:16): “Así resplandezca vuestra luz delante de los hombres; de modo que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Durante los años transcurridos he experimentado muchas otras curaciones, entre ellas las de pleuresía, gripe y el hábito de fumar. Muchas son las lecciones que he aprendido a través de estas experiencias. Defectos de carácter tales como el falso orgullo, la conmiseración propia y la disposición a criticar han desaparecido.
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