Cuando yo tenía diez años me lastimé mi fémur. Se me operó quirúrgicamente, pero sin que sirviera de nada, y la supuración continuó hasta mucho después de haber llegado yo a adulto. El estado en que me hallaba era análogo al que describe Mary Baker Eddy en la página 193 de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.” Me sometí a otra operación que tampoco me benefició y yo seguí recibiendo prescripciones y atención médica hasta llegar a unos cincuenta años de edad. Entonces me avisó el doctor que ya no podía hacer nada más por mí. A la sazón un amigo me presentó la Christian Science. Fui a ver un practicista y sentí alivio inmediatamente. No sané desde luego por completo, pero finalmente desapareció todo mi mal y no me ha vuelto nunca.
Mientras me daba tratamientos el practicista para ese mal, sané de otras afecciones físicas y de defectos de carácter. Mi primera curación fué de un estreñimiento. Luego desapareció mi deseo de fumar. El uso a que recurría de cuando en cuando de tomar licores embriagantes que yo había supuesto me calmaban el dolor, pronto lo dejé. Además, he venido disponiendo desde entonces de recursos adecuados para mis necesidades. Encontré que cuando se aplica correctamente la verdad respecto a la ley de Dios, cura todos nuestros males.
Estoy agradecido por todas mis curaciones físicas y por que puedo trabajar en mi oficio diariamente, pero lo que más agradezco es la comprensión de la Verdad que voy obteniendo con mi estudio de la Christian Science. Doy las gracias al practicista que me atendió de continuo tan fielmente, y a todos los que me han ayudado. Sobre todo, doy gracias a Dios por Su bondad. Grande es mi gratitud a nuestra amada Guía, Mrs. Eddy, por esta admirable verdad que cura toda enfermedad y pecado.—Long Beach, California, E.U.A.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!