La Navidad es, para muchos, una valiosa conmemoración del momento en que, por medio de la Ciencia Cristiana, vino a ellos la primera vislumbre del Cristo, la idea espiritual de Dios y nacieron de nuevo. Sea cual fuere la época del año en que tuvieron esa experiencia, fue una oportunidad de iluminación y gran regocijo cuando reconocieron que la Verdad divina era un poder salvador experimentado en los asuntos humanos. Cuando miran hacia el pasado, reconocen que constituyó un momento decisivo en su experiencia en el que comenzaron a comprender que la substancia y la inteligencia no están en la materia, sino en el Espíritu, y que Dios, el bien, es todo poder, toda presencia y toda la realidad del ser.
Algunas de estas mismas personas ya habían experimentado su desencanto con la materia y rebeládose contra las pretensiones de ésta de tener poder para bien o para mal sobre el universo y el hombre de Dios. Cuando el Cristo se les hizo presente estaban dispuestas a recibirle. Como los reyes magos y los vigilantes pastores, estaban buscando la sabiduría más profunda y espiritual del Cristo. Algunas estaban cansadas del sufrimiento físico, anhelaban el bienestar, y, por medio de esta expresión de la gracia de Dios, encontraron satisfacción. Otras, a pesar de sus creencias y prejuicios tradicionales, despertaron a la comprensión de la naturaleza divina del ser verdadero, aun en contra de su propia voluntad y de su opinión humana. La razón y la demostración prevalecieron sobre la evidencia del sentido físico, y con humildad e integridad aceptaron, aunque con renuencia, la idea espiritual.
Ahora bien, cuando estas personas miran retrospectivamente al advenimiento de la Verdad divina en su consciencia, es indudable que pueden decir que para ellas el advenimiento fue oportuno, gobernado por la inteligencia, y que fue la mayor bendición que jamás conocieron. Les ha dado paz, salud, armonía, fortaleza y satisfacción en la confianza de que poseen los medios para resolver no sólo sus propios problemas, sino también todos los problemas de la humanidad.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!