Hace más o menos diez años, una amiga que sentía preocupación por mí, me introdujo a la Ciencia Cristiana. Estaba padeciendo varias enfermedades, y confinada en cama la mayor parte del tiempo. Antes de eso había visitado varios hospitales y doctores para obtener alivio del dolor en mi estómago. Durante dos años se hicieron muchas pruebas pero los médicos no habían podido diagnosticar el mal; dependía demasiado, lamentablemente, de medicamentos e inyecciones.
Ante la imposibilidad de digerir alimentos sólidos, me había sometido a una dieta líquida por nueve meses. Los numerosos doctores, en consulta médica, habían determinado que tenía tuberculosis intestinal y otras complicaciones. Frecuentemente, no podía dormir y no podía atender ni siquiera al más mínimo quehacer doméstico. Los negocios de mi esposo iban mal, y con tres pequeñuelos y el costo de las medicinas, no podía sufragar nuestras necesidades.
Mi amiga me dio el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pensando que me ayudaría. Leí el libro de vez en cuando, pues, nunca esperé que su lectura me sanaría, pero lenta y ciertamente estaba siendo sanada. Después me pusieron en contacto con una practicista de la Ciencia Cristiana, y mediante su cariñosa ayuda y el estudio de la Biblia y del libro de texto, fui sanada de tuberculosis en quince días. Comí normalmente y digerí mi alimento. Dormí bien y lentamente empecé a recuperar peso. Posteriormente, también pude hacer mi demostración de provisión.
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