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ESCUELA DOMINICAL

[Preparado por la Sección Escuela Dominical, Departamento de Filiales y Practicistas]

Padres y maestros unidos

Del número de diciembre de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Journal


¡Qué beneficioso sería si todas nuestras Escuelas Dominicales y los padres de todos sus alumnos trabajaran estrechamente unidos, — los padres al tanto de lo que los maestros enseñan y de los resultados que procuran obtener, de los problemas que se van solucionando y viceversa!

Esto puede suceder, y en gran medida felizmente — ya está ocurriendo a través de todo nuestro Movimiento. Por medio de visitas a los hogares, reuniones de padres y maestros, reuniones en la Escuela Dominical y otros medios, esto se está haciendo realidad; y hay indicaciones de que cada persona que participa está grandemente bendecida.

Visitas a domicilio

Un superintendente de una Escuela Dominical nos contó que en una ocasión tuvo varios estudiantes que no estaban asistiendo a clase y se consideraban casi alejados de la Ciencia. Después de orar acerca del problema decidió visitar los hogares de estos jóvenes. Las consecuencias de una de estas visitas fueron interesantes.

“Después de hablar con la madre de un adolescente”, escribió, “y al enterarme de que su hijo concurría a la Escuela Dominical de otra denominación religiosa le dije que éramos renuentes a eliminar de la lista el nombre de un alumno hasta saber si era el deseo de sus padres. Proseguí diciéndole que mientras el muchacho permaneciera inscrito, compartía de la protección y el amor impartido a toda la Escuela Dominical por los maestros y otras personas que oran por la Escuela Dominical cada semana.

“Su respuesta fue: 'Por favor, déjenos continuar, no nos deje que nos alejemos'. El muchacho estaba en clase el domingo siguiente y desde entonces ha asistido regularmente”.

La oración es esencial

Casi siempre se logra tal resultado por medio de profundos y fervorosos pensamientos. Cuando se reconozca que la Mente divina es la única Mente interesada, cuando se vea que el Principio es la fuente de toda ley que gobierna la vida del hombre, cuando se busca la voluntad de Dios y solamente la de Él, el momento de una visita es oportuno, las palabras son las apropiadas para la ocasión y una completa comunicación es el resultado natural.

El trabajo metafísico enfocado y específico para la Escuela Dominical es muy importante para su prosperidad. Este terreno de adiestramiento para el Científico Cristiano en cierne, merece nuestro mejor y más espiritual pensamiento. La Sra. Eddy dijo: “¡Ah, niños, vosotros sois el baluarte de la libertad, el cemento de la sociedad, la esperanza de nuestra raza ! ” ( Pulpit and Press — Pulpito y Prensa, pág. 9). Los padres debieran, siempre que sea posible, ser alentados a unirse a los maestros en la instrucción espiritual del niño, de modo que los resultados sean más provechosos.

¿Acaso requiere esto que el maestro visite los hogares de los alumnos? Algunas veces, tal vez, pero no siempre. Un maestro de la Ciencia Cristiana, afectuoso y bien dispuesto puede no querer hacerlo, quizá no disponga de tiempo, puede sentirse indeciso o puede temer que se le considere indiscreto. En tal caso, una visita tal vez no sea lo pertinente. El maestro mediante la oración tiene que escuchar directivas y estar listo para confiar que lo que percibe es la directiva prudente. Mas uno necesita también reconocer que esta renuencia puede tener su origen en la opuesta influencia adversa que la Ciencia Cristiana define como el magnetismo animal, el mal, la mente carnal.

Esta influencia quisiera invertir el eterno poder comunicativo del Amor y debiera ser silenciada sistemática, paciente y confiadamente. Entonces el maestro será liberado de falsas restricciones y, si una visita es realmente el camino más deseable, puede emprenderla con entusiasta alegría, sabiendo que la ocasión puede resultar plena de amabilidad, gracia y satisfacción.

La ayuda de los padres

El maestro de Escuela Dominical cuenta con la atención del niño tan sólo una hora durante toda la semana. Los padres la tienen por lo menos parte de cada día. Si bien es posible que la enseñanza inspirada de la Escuela Dominical produzca, en proporción, mayores resultados, indudablemente se beneficiará por el apoyo de los padres. Si éstos saben con qué esfuerzo el maestro está luchando con los niños, ellos pueden, si lo desean, encontrar caminos prudentes, sin hacer ostentación, para apoyarlos durante la semana, no tanto por medios disciplinarios como por el ejemplo y el consejo ocasional. Entre otras cosas, podrían probablemente señalarles la conveniencia de preparar antes cualquier tarea que se les haya asignado para hacer en casa y no a última hora del sábado por la noche.

Nuestras Escuelas Dominicales están instruyendo cada vez más a un número mayor de alumnos cuyos padres no han adoptado aún la Ciencia Cristiana y saben muy poco acerca de ella. Una maestra acogió en su clase a una niña de ocho años que no había sabido nunca de la Ciencia Cristiana. Cada semana se le asignó a la clase tareas para hacer en casa, pero como los padres de esta niña no tenían un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, la maestra compró uno y se lo llevó personalmente a la casa, explicándoles su uso conjuntamente con la Biblia. Unas pocas semanas después la tarea se basaba en el panfleto “All the Way” (Todo el camino). A cada niño se le dio un ejemplar, junto con una nota pidiéndoles a los padres que escogieran pasajes que ellos consideraban apropiados y se los leyeran en voz alta a sus hijos. Los padres de esta niña asisten ahora a esa iglesia.

Algunas alternativas

En Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) la Sra. Eddy declara (pág. 262): “Cuando el corazón habla, por muy simples que sean las palabras, su lenguaje es siempre aceptable para quienes tienen corazón”.

En una iglesia filial se les pidió a todos los maestros de la Escuela Dominical que se pusieran en contacto, de alguna manera, con los padres de los alumnos. “Esto requirió devota consideración”, escribieron ellos. “Cuando no parecía prudente, en algunos casos, hacer una visita, una amistosa llamada telefónica o una conversación con los padres después del culto, demostró ser útil.

“En algunos casos esto permitió a los maestros hacer un mejor trabajo metafísico por su clase y por la Escuela Dominical. En un caso particular el consagrado trabajo logró el regreso a nuestra Escuela Dominical de cinco niños de una misma familia. Habían estado ausentes por meses, ahora están más dedicados que nunca a la Ciencia Cristiana y su madre también ha demostrado renovado interés”.

Comentando algo más sobre este trabajo, recibimos de esta misma iglesia una carta diciendo: “El contacto con esa familia probó de un modo práctico que nuestra iglesia, por cierto, incluye también a la comunidad”.

Reuniones con los padres

Muchas iglesias han efectuado exitosamente reuniones de la Escuela Dominical, o reuniones de padres y maestros como un medio de proporcionar a aquéllos un conocimiento más directo del trabajo de la Escuela Dominical. Éstas se hacen de varias maneras. En algunos casos se invita a los padres a charlar con el maestro, quien les informa cómo se practica la enseñanza, y en qué consiste el programa de estudios. Se alienta a los padres a que pregunten sobre cualquier tema relacionado con el trabajo en clase.

Una de las reuniones fue organizada por los alumnos, y cooperando con ellos participaron activamente. Se le asignó un tema distinto a cada uno de los seis grupos divididos por edad: Reflejo, el Primer Mandamiento, la Regla de Oro, Mary Baker Eddy, Organización de la Iglesia, el Cristo. Los ensayos y demás preparativos se llevaron a cabo los sábados en la sala de la Escuela Dominical con la presencia del superintendente.

Una iglesia filial celebró una reunión y escribió después: “Los resultados fueron sorprendentes. Terminada la reunión, ¡no podíamos conseguir que los padres salieran! Querían hablar y hablar, así es que nos quedamos todos, contestando sus preguntas y charlando.

“Una madre, que hasta cierto punto se había opuesto a la Ciencia Cristiana (los niños asisten por disposición del padre), y sólo había venido a pedido de la maestra, nos contó que había sido la 'más inspiradora e innovadora reunión a la cual hubiera jamás asistido'.

“La madre de una alumna de dieciocho años se encontraba por primera vez en una iglesia de la Ciencia Cristiana cuando asistió a esa reunión y luego dijo a su hija: 'Si hubiera sabido que ésa era la manera en que enseñan, hubieras ido allí toda tu vida'.

“Otra madre que había recibido enseñanza en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en su juventud, pero que se había alejado de la Ciencia, le contó al presidente del comité que su asistencia a la reunión le hizo recordar las maravillosas enseñanzas, pues había olvidado la paz y armonía de nuestros servicios religiosos.

“Un miembro de nuestra iglesia cuyos hijos asisten a la Escuela Dominical pero que él mismo nunca tuvo la oportunidad de asistir a ella dijo que jamás había sabido cuán profunda y espiritualmente se les enseñaba a los niños.

“Reconocemos, quizá como nunca antes, la importancia de la Escuela Dominical”, escriben las autoridades de esta iglesia, “y nos damos cuenta de que nuestra enseñanza será tan efectiva, provechosa e inspiradora sólo cuando nosotros mismos lo seamos — amando nuestra iglesia y viviendo lo que ella representa”.

“Recomendaciones para la Escuela Dominical” en acción

Un representante de una iglesia filial nos contó cómo utilizaron en forma especial las Recomendaciones para la Escuela Dominical. Organizaron un plan de estudios basado en las Recomendaciones y escribieron: “En un esfuerzo por informar a los padres acerca de lo que habíamos hecho, enviamos a cada familia una carta exponiendo dicho plan de estudios para el año siguiente. Algunos alumnos que habían estado ausentes por varios meses regresaron después que los padres recibieron esta carta. Nuestros maestros han sido alentados a proseguir al envío de la carta, con una visita personal; esperamos buenos resultados de esta actividad”.

“Orgullosos de nuestra Escuela Dominical”

Hace poco nos deleitamos al leer un informe sobre el provecho logrado por una Escuela Dominical al celebrar una reunión después de que sus salas habían sido decoradas de nuevo. Las autoridades de la iglesia escribieron: “Ciertamente nos sentimos orgullosos tanto de nuestra Escuela Dominical como de nuestros alumnos. Los trabajadores de la Escuela Dominical decidieron celebrar una reunión no sólo para mostrar la nueva decoración sino también para comunicarse con los miembros y con los padres de nuestros alumnos.

“La concurrencia que colmaba el local respondió cálidamente a las palabras de bienvenida del superintendente. Cada maestro fue presentado junto con el grupo que enseñaba. Entonces, uno o más de uno de los alumnos de cada clase se levantó y expresó en sus propias palabras lo que la Escuela Dominical significaba para él y de cómo le estaba ayudando en la escuela, en el hogar o en sus actividades recreativas, o simplemente a cómo llevarse mejor con sus amigos, maestros, y familiares.

“Un niño de cinco años dijo, 'Me gusta venir a la Escuela Dominical porque me ha enseñado cómo escuchar las buenas ideas que vienen de Dios'. Casi todos los alumnos dijeron haber adquirido una mejor comprensión de la verdad acerca de Dios y el hombre.

“Algunos padres, y especialmente unos cuantos papás, nunca habían estado ni en la iglesia ni en la Escuela Dominical. Unos pocos jamás habían comprendido de qué se trataba. Estaban visiblemente conmovidos. Cuando estaban a punto de despedirse expresaron su aprecio al superintendente por haberles dado cierta comprensión acerca del significado de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, lo que estaba haciendo espiritualmente por los jóvenes y cómo estaba mejorando sus relaciones humanas.

“Desde aquel día, los alumnos mismos parecen demostrar un aprecio más profundo por lo que aprenden, y sus padres se han interesado y cooperado cada vez más.”

Y así pues, realmente, amamos nuestras Escuelas Dominicales y nos interesamos por ellas de distintas maneras, algunas de las cuales han sido explicadas en este artículo. Las Escuelas Dominicales necesitan nuestro afecto activo. Y estemos alerta para ver que este afecto incluya a los padres a fin de que ellos también reconozcan las excelentes bendiciones de la Escuela Dominical.

[Esta columna se publica trimestralmente en El Heraldo de la Ciencia Cristiana.]

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