Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La oferta y la demanda y el hombre de negocios

Del número de diciembre de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Recientemente, en una conversación con un empresario fabril de mucho éxito, éste me mencionó que su empresa sencillamente no estaba en condiciones de satisfacer el extraordinario número de pedidos que recibía por su producto. Sólo unos pocos días después, un comerciante de la vecindad y amigo mío, se lamentó de que no atinaba a explicar la declinación que observaba en su actividad comercial.

Estos dos comentarios opuestos, que reflejaban la situación del comercio en una comunidad, si bien no eran indicativos de una tendencia económica en una u otra dirección, me hicieron pensar respecto a las prácticas comerciales que llevan al éxito. Para determinar el éxito o fracaso de una empresa comercial cabría considerar centenares de factores. Un factor principal en toda actividad comercial es la ley de la oferta y la demanda. Al parecer, la oferta y la demanda directa o indirectamente afectan nuestra vida diariamente.

Naturalmente, un hombre de negocios avisado y emprendedor puede contribuir a crear una demanda para su producto o servicio. Mediante el perfeccionamiento de la organización y de los métodos de producción puede, también, aumentar la oferta de un producto o servicio para satisfacer una demanda específica. Sin embargo, eventualmente se formula esta pregunta: ¿Hay algún medio constante y confiable para equilibrar la oferta y la demanda cuando éstas afectan a una determinada empresa? La respuesta es afirmativa. Pero no puede encontrársela en el razonamiento material, sino en el entendimiento espiritual. Los medios y métodos humanos, con frecuencia, no son ni definitivos ni congruentes. Las leyes espirituales son perfectas y eternas.

La Ciencia Cristiana traduce las leyes espirituales a términos que podemos entender y practicar humanamente. La Sra. Eddy dice en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany: “La ley y el evangelio — los medios cristianos, civiles y educativos — la manufactura, la agricultura, los aranceles aduaneros y los ingresos fiscales dependen de la demanda y la oferta, reguladas por una moneda oficial, en virtud de la cual cada una es proveída y mantenida.” Y la Sra. Eddy comenta con un toque de humor: “¿Qué, pues, puede hacer un hombre con la verdad y sin un céntimo para sostenerla? O bien su vida debe ser un milagro que espanta a la gente, o su verdad no vale un céntimo”.Miscellany, pág. 216;

Es evidente que la Ciencia Cristiana tiene plenamente en cuenta la necesidad de un correcto equilibrio de la oferta y la demanda en todos los aspectos de la existencia humana. Cabe entonces formularse una razonable pregunta: ¿Cómo puede un Dios que es Espíritu divino satisfacer las necesidades humanas?

Por medio de la Biblia, Cristo Jesús nos enseña que la oración a Dios es eficaz cuando oramos con humildad y abnegación, y con plena fe de que nuestra oración es oída y respondida. Cristo Jesús nos dice lo siguiente: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Mateo 6:6;

En su obra Miscellaneous Writings, la Sra. Eddy explica concisamente la forma en que Dios recompensa nuestras oraciones: “Dios te da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, te dan tu provisión diaria”.Mis., pág. 307 ; El secreto, pues, es que no debemos orar por las cosas materiales, o buscarlas, sino por las ideas espirituales.

En una oportunidad, en mi propia carrera en el mundo de los negocios, se me presentó una situación urgente que parecía absolutamente insuperable. Cuando en mi juventud me desempeñaba como comisionista de bienes raíces hubo un momento en que mi capital de trabajo se había agotado y tenía que satisfacer obligaciones financieras generales, y un préstamo bancario en un plazo de diez días. Mi necesidad inmediata era conseguir dos mil dólares en efectivo. Mi posibilidad de obtenerlos era nula.

Estaba tan abismado en la preocupación que cuando un colega me invitó a jugar al golf con él dije con toda seriedad: “Lo lamento, pero no puedo ir contigo. Estoy muy ocupado con mis preocupaciones”. Ambos nos reímos al momento de dicha afirmación. Mi colega se fue a jugar al golf mientras yo, como Científico Cristiano, puse manos a la obra para resolver mis problemas tornándome sinceramente a Dios.

Mis oraciones no consistieron en pedirle a Dios que me diera algo, ni tampoco que me mostrara cómo obtener el dinero necesario. Pasé varias horas (no recuerdo cuántas) sencillamente alabando a Dios por Su bondad y reconociendo mi gratitud para con Él por las pruebas que ya tenía de Su presencia.

Agradecí a Dios por mi querida familia y por haber tenido la oportunidad de aprender algo más acerca de Él mediante el estudio de la Ciencia Cristiana. Me sentí maravillado ante la belleza e inteligencia que expresaba cada hoja y cada flor. Oré humildemente para percibirme con más claridad como la perfecta expresión de Dios, el Espíritu.

Cuando las sugestiones relacionadas con mi dilema comercial venían a mi pensamiento, inmediatamente las sustituía con las verdades acerca de mi ser espiritual como hijo de Dios. Razoné que no importaba cuál fuere mi necesidad, ésta sólo podía ser satisfecha por la fuente de todo el bien, que es Dios.

En ese momento comencé realmente a entender que las ideas — las ideas — espirituales son lo único que puede producir la respuesta a cualquier necesidad, sea cual fuere la forma que ésta parezca adoptar, y que las ideas se originan en la Mente única, Dios. Percibí claramente que orar y escuchar son, en realidad, un mismo proceso.

Repentinamente hallé que mi pensamiento se concentraba en un predio comercial que mi oficina había puesto en venta. Se trataba de una parcela de tierra de singular configuración y que había estado en venta durante muchos meses, sin suscitar siquiera una sola oferta.

Mi pensamiento se llenó de nuevas posibilidades. Una se refería a la forma en que podía dividirse la propiedad en tres lotes. También vinieron a mi mente los nombres de posibles compradores. Era como si estuviera viendo actividad allí donde parecía haber inercia, entusiasmo donde había prevalecido la depresión, y gozo donde había reinado la tristeza.

Se prepararon mapas, se hicieron contactos con los posibles clientes, y se recibieron ofertas — todo en cosa de horas. En una semana se aprobaron las tres transacciones, se efectuó la mensura y se concluyó el traspaso del dominio. Todas las personas participantes en las transacciones se manifestaron muy complacidas, especialmente el propietario, quien había recibido de las tres ventas más dinero del que había previsto en la oferta inicial. La comisión que recibí fue muy superior a lo que necesitaba para satisfacer mis necesidades financieras inmediatas.

Posiblemente la lección más importante que aprendí de esta experiencia es que no existe una barrera imposible de superar entre la necesidad y la abundancia, por cuanto la presencia omnipotente y radiante que es Dios es la fuente que satisface toda demanda correcta. La demanda del bien ya está instantáneamente satisfecha, ya que Dios es el bien y no conoce el mal. Ésta es la verdad acerca de toda la provisión que parece necesaria. Si se necesitaran inteligencia, sabiduría, amor, belleza o grandeza, la oferta está a la mano antes de que pueda expresarse la necesidad.

El hombre de negocios, ya sea un gigante industrial o el propietario único de una empresa familiar, puede confiar en los medios espirituales exclusivamente para satisfacer todas sus necesidades. Las palabras de la Sra. Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”,Ciencia y Salud, pág. 494. pueden ser probadas hoy por cualquier buscador sincero de la Verdad.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 1974

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.