Martita tenía un juego favorito que le gustaba jugar con sus amiguitos. Se llama “Simón dice”. Quizás ustedes ya saben cómo se juega. Pero en caso de que no sepan, esto es lo que tienen que hacer: escogen entre ustedes uno que haga de guía; entonces, él tiene que pararse delante de todos y les dice lo que tienen que hacer. La treta consiste en que sólo tienen que hacer lo que él diga si dice: “Simón dice”. Si él no dice “Simón dice”, entonces no tienen que hacerlo. Tienen que escuchar con cuidado para hacer lo que deben hacer.
Martita aprendió un día que siempre es muy importante saber escuchar. Ocurrió cuando Martita y su mamá y su papá y su hermano estaban en un bosquecillo juntando hojas y ramas para decorar la casa. Martita encontró un gran conjunto de helechos. Al agacharse para sacar uno, se le metió en el oído una ramita puntiaguda de uno de los arbustos que estaban cerca de ella. Martita no pudo contener el llanto porque le dolió.
La familia de Martita no sabía nada acerca de la Ciencia Cristiana, de manera que subieron a su automóvil y fueron a ver a un amable doctor que vivía cerca. El doctor dijo que a Martita le dejaría de doler el oído pero que nunca volvería a oir con ese oído.
Todos ellos estaban muy tristes de regreso a casa. Esa noche, a la hora de la cena, le dijeron a la Abuela todo lo acontecido. Pensaron que también la Abuela se pondría triste. De manera que se sorprendieron cuando ella dijo: “Queridos míos, no se pongan tristes. Ustedes saben que la Biblia dice: ‘Dios es amor’. 1 Juan 4:8; Estoy aprendiendo mediante el estudio de la Ciencia Cristiana que Dios nos sana. Es por ello que Cristo Jesús sanaba a la gente. Nuestro afectuoso Padre no dejaría que nada le quitara a Martita la facultad de oír. Además la Biblia también dice que Él hizo al hombre a Su imagen y semejanza, y Dios es perfecto. Llamaré a mi amiga que es practicista de la Ciencia Cristiana y le pediré que ore por Martita y nos ayude a todos a oír la verdad”.
El próximo domingo toda la familia fue a la iglesia de la Ciencia Cristiana, y Martita y su hermanito fueron a la Escuela Dominical.
En la clase de Martita estaban estudiando los Diez Mandamientos en la Biblia. Martita no dijo mucho, porque todo era nuevo para ella. Se quedó sentada muy quieta escuchando. Oyó que la maestra dijo: “La semana pasada aprendimos que sólo tenemos un Dios único. Y ahora, ¿qué aprendemos del segundo mandamiento: ‘No te harás imagen... no te inclinarás a ellas, ni las honrarás'?” Éx. 20:4, 5;
Un niño que estaba del otro lado de la mesa frente a Martita dijo: “No debiéramos hacer otros dioses. Eso quiere decir que si Dios nos dice que hagamos algo, debemos hacerlo. Pero tenemos que escuchar con mucho cuidado para que no seamos engañados por pensamientos erróneos y cometamos errores. Eso sería inclinarse a otros dioses y servirlos”.
Martita sabía que ella escuchaba con atención. Ella jugaba muy bien a “Simón dice”, y ahora sólo quería escuchar y hacer únicamente lo que Dios le dijera que hiciera.
Cuando la familia llegó a casa, estaban todos de pie en la cocina hablando sobre lo que habían aprendido en la iglesia. Cómo Mary Baker Eddy, quien descubrió la Ciencia Cristiana, nos dice que “el hombre no es material; él es espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 468. Ellos comprendieron que la palabra “material” significa carne y huesos. Y “espiritual” significa de Dios, del Espíritu. El papá de Martita le colocó su reloj de pulsera al oído y le preguntó si podía oír el tic-tac. Martita dijo: “Sí”. Entonces lo llevó hasta la puerta y le preguntó si todavía podía oírlo. Martita dijo: “¡Sí, puedo!”
“¡Hurra!” gritó su hermano. “La Abuela tenía razón. Todos escuchamos a Dios, y Dios dijo: ‘¡Martita está BIEN!’ ”
