La comprensión de que la Vida es Dios, que existe por sí misma, que se sostiene a sí misma, que es completa por sí misma, puede destruir la creencia mortal de que la vida está en la materia y que depende del nacimiento y la muerte. La Sra. Eddy escribe: “La Vida es el eterno Yo soy, el Ser que era, y es, y que ha de venir, que no puede ser borrado por nada”.Ciencia y Salud, pág. 290;
Dios es la Vida eterna. Él creó al hombre a Su propia imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre es coexistente y coeterno con Dios, es la incorporación de ideas espirituales, la expresión vital, completa e íntegra de la Vida. Reclame usted su unión con la Vida, como la idea inmortal de la Vida. Rechace la creencia de que usted nació en la materia, que está pasando por condiciones materiales, o de que vive en el cuerpo, sujeto a leyes de herencia, pecado, enfermedad y muerte. El hombre no es el producto de una larga línea de antepasados humanos. La Vida no se perpetúa a sí misma mediante un proceso de generación humana. Cristo Jesús dijo: “No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos”. Mateo 23:9.
La comprensión de estas verdades fortalece nuestra confianza en Dios y nos ayuda a destruir enfermedades y deformidades que son el resultado de la creencia humana en leyes de herencia. Nuestra verdadera herencia es nuestra relación con Dios, la Vida eterna, como Sus hijos.
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