Sé que si la Ciencia Cristiana no hubiera llegado a mi vida en el momento oportuno, nunca hubiera podido librarme del uso de drogas prohibidas. Por sobre todas las cosas, estoy agradecida de vivir para contarlo.
Me había interesado en la religión hebrea desde niña, pero en realidad nunca había sabido nada de mi unidad con Dios. Cuando un familiar mío, muy devoto, murió, me sentí sola y llena de preguntas sin respuestas. A los catorce años me desvinculé de la religión. Para cuando llegué al final de mis estudios universitarios, fumaba marihuana, bebía en exceso e ingería dosis excesivas de barbitúricos.
Me eduqué en las bellas artes y entre mis amigos se consideraba normal beber, fumar, estimularse con marihuana y celebrar fiestas desenfrenadas. Se decía que eran formas de ser “uno mismo”. Terminé al fin haciendo un uso excesivo del hachís y de la marihuana.
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