El punto de vista de la Mente omnisciente es siempre la iluminación espiritual. En Retrospección e Introspección, la Sra. Eddy escribe: “Toda consciencia es Mente, y la Mente es Dios. De ahí que haya sólo una Mente; y esa es el bien infinito, suministrando toda Mente por la reflexión, no por la subdivisión de Dios”. Ret., pág. 56;
La Ciencia Cristiana enseña que el hombre es el reflejo de la Mente divina, la expresión o emanación del Espíritu infinito que lo incluye todo. Es el efecto perfecto de una causa perfecta y sólo puede expresar lo que constituye la naturaleza de esa causa.
Desde un punto de vista humano, es fundamental ser receptivo a estas verdades acerca de Dios y del hombre, porque esta receptividad es la puerta abierta para el Cristo, la Verdad, que sana. La receptividad se origina en un gran anhelo y deseo por la Verdad y en la humildad que espontáneamente pone de lado el sentido mortal de las cosas, incluso opiniones y prejuicios preconcebidos.
Las ideas espirituales, que iluminan la consciencia y nos sanan, vienen de la Mente infinita. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “La Ciencia Cristiana [Christian Science] presenta desarrollo y no acrecentamiento; no manifiesta una evolución material de la molécula a la mente, sino una participación de la Mente divina al hombre y al universo”.Ciencia y Salud, pág. 68; La luz de la Verdad nos revela lo que ya somos ahora y lo que seremos eternamente.
¿Qué es lo que aparentemente impide nuestra receptividad a esta luz? Es posible que sea el egoísmo, la apatía, la satisfacción de sí mismo, el orgullo, la envidia o la creencia en vida, inteligencia y substancia en la materia. El reemplazo de estos pensamientos negativos por cualidades positivas de amor desinteresado, inmolación propia, pureza y pensamiento espiritualizado, revela la perfección de Dios y el hombre.
En este proceso de desarrollo nos puede parecer que las condiciones humanas mejoran. Sería más correcto decir que la luz eterna del Cristo está reemplazando la oscuridad de la ignorancia y al mismo tiempo está revelando el ser tal como es y siempre ha sido. Isaías hace una declaración muy hermosa sobre esto: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”. Isa. 60:1, 2;
Aunque la tierra y el cielo tienen bellezas que alegran el corazón, sólo insinúan algo de la belleza espiritual que en realidad está presente. Aun desde el punto de vista material, el ojo humano está restringido. Lincoln Barnett señala: “Es evidente ... que el ojo humano no responde a la mayor parte de las ‘luces’ del mundo, y que lo que el hombre puede percibir de la realidad que está a su alrededor está distorsionado y debilitado por las limitaciones de sus órganos visuales”.The Universe and Dr. Einstein (New York: William Sloane Associates, 1957), pág. 13;
A la luz de la Ciencia Cristiana, la declaración de Pablo tiene gran significado: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”. 1 Cor. 2:9, 10; Cristo es la luz que brilla en la oscuridad y revela progresivamente la infinita perfección del ser.
Jesús habló a menudo de esta luz y demostró su presencia en la curación. Dijo al referirse al Cristo, su ser espiritual: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12; Él mostró en todas sus enseñanzas que debemos seguir su camino y hacer, cada vez más, las obras que él hizo, probando de esa manera, paso a paso, que Dios es Todo-en-todo.
La siguiente experiencia es un ejemplo de la maravilla y el poder de la luz de la Verdad cuando uno es receptivo a ella. Un joven estudiante de Ciencia Cristiana fue en viaje de negocios a una región del África del Sur, que estaba sufriendo una gran sequía. El ganado se moría por millares porque no tenía qué comer, y los arroyos, que según se recordaba siempre llevaban agua, estaban secos. Los granjeros se estaban arruinando.
El Científico Cristiano había leído en los periódicos acerca de esta grave crisis, pero sólo se dio cuenta de la magnitud de la situación, cuando llegó a esa región. Entonces empezó a orar seriamente, tratando de ver la perfección de la creación espiritual de Dios y así ayudar a aliviar la situación. Durante la mayor parte del día y buena parte de la noche, se esforzó por ver la verdad que, él sabía, podía curar cualquier situación. Sin ninguna duda otros estaban también orando sinceramente.
Durante estas horas de búsqueda por medio de la oración, le pareció estar luchando en medio de una profunda oscuridad mental sin el más mínimo rayo de luz. La mañana del tercer día, abrió un ejemplar del Christian Science Sentinel, y su corazón se llenó de esperanza cuando vio que el primer artículo se titulaba “Hambre y sed”.
El artículo estaba basado en la cuarta Bienaventuranza: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6; Explicaba muy claramente que sólo Dios es el bien, y sólo Él nos satisface. Cuando elevamos nuestra consciencia por encima de la lucha mortal, sabiendo que en la Verdad toda necesidad está satisfecha, la realización de lo que es la abundancia se manifiesta naturalmente en nuestra experiencia.
El estudiante vio que él había estado tratando de rectificar una mala condición material en lugar de comprender que toda la situación estaba precisamente en la consciencia. Vio entonces que la así llamada consciencia humana está realmente hambrienta y sedienta, no de cosas materiales, sino solamente de justicia y Verdad. Junto con este pensamiento tuvo la hermosa comprensión de que la Verdad es Todo-en-todo, que llena todo el espacio y toda consciencia. Se compenetró tanto de esta comprensión, que estaba seguro de que la necesidad ya estaba satisfecha.
Lleno de alegría y gratitud por la presencia eterna de Dios, partió hacia su casa; era un día de sol, claro y sin nubes. Al llegar más tarde a su casa, vio en los titulares de un periódico que los granjeros estaban enfrentados a la ruina, pero este joven Científico Cristiano permaneció confiando en el poder de Dios que satisface toda necesidad humana. Al día siguiente los diarios anunciaron que una “fuerte lluvia había terminado con la sequía que había durado siete meses”.
¿Qué es lo que había preparado al Científico Cristiano para ser receptivo a la luz de la Verdad, que le había revelado la gloriosa verdad de la totalidad de Dios? Había sido su amor hacia la Ciencia Cristiana, su confianza inquebrantable en que hay una solución correcta para cada problema, y su desinteresado deseo de demostrar que el reino de Dios está en verdad aquí en la tierra. Luego pudo apreciar que se había probado la consecuencia y la lógica de las palabras de la Sra. Eddy: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos de los sentidos por las ideas del Alma”.Ciencia y Salud, pág. 269.
El elevar el pensamiento superando el sentido de insuficiencia y aceptando el hecho de que hay únicamente una Mente que todo lo sabe, un Ego, nos ayuda en nuestro trabajo de curación para el mundo. Trae como resultado un creciente estado de receptividad y demuestra progresivamente que el hombre es, ahora mismo, el perfecto reflejo de la Mente omnisciente.
