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¿Cuál es su mira?

[Original en español]

Del número de mayo de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una señora estaba mirando junto a sus familiares las diapositivas que había tomado durante sus vacaciones. Estaban usando uno de esos pequeños visores manuales y al mirar una de las diapositivas alguien exclamó: “¡Está muy oscura!”

“Levántala hacia la luz”, se le respondió.

Esto hizo reflexionar a la mujer, que era estudiante de Ciencia Cristiana. Y pensó: “¡Cuántas veces al día vemos panoramas oscuros, cuando en realidad podríamos sentirnos alegres y armoniosos mirando la vida a la luz de la Verdad, de la realidad espiritual!” Cuando se nos presentan oscuras sugestiones erróneas de la materialidad, ¿dirigimos rápidamente nuestra mirada mental hacia la iluminación divina que las dispersa?

Si enfrentamos una deprimente situación y fijamos nuestra atención en la evidencia material preguntándonos cómo la resolveremos y cuándo nos veremos libres de ella, estamos impidiendo que nuestro pensamiento se llene de luz. Es peor si nos apiadamos de nosotros mismos y nos sentimos desdichados por lo que nos pasa. Le damos, entonces, realidad a la obscuridad mental y nos parece que no hay salida de la situación por la que atravesamos.

La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: ”Algunas veces se nos induce a creer que la obscuridad es tan real como la luz; pero la Ciencia afirma que la obscuridad es tan sólo un sentido mortal de la ausencia de la luz, a la llegada de la cual la obscuridad pierde la apariencia de realidad. De igual manera el pecado y la aflicción, la enfermedad y la muerte, son la supuesta ausencia de la Vida, Dios, y huyen como fantasmas del error ante la verdad y el amor”.Ciencia y Salud, pág. 215;

Si deseamos que nuestro panorama mental se llene de luz, tenemos que elevar nuestra mirada. ¿Cómo lo haremos? Reconociendo con absoluta firmeza que no existe ninguna circunstancia nociva que nos imponga condiciones porque Dios dio al hombre dominio sobre toda la tierra. Ver. Gén. 1:26; Entonces demostramos que la condición no tiene causa verdadera, ya que la desarmonía, la carencia, la enfermedad, — en una palabra, el error — no tiene causa. Dios, el bien, es el origen de todo lo que realmente existe. En consecuencia, lo que no se origine en Dios, el bien, no es real ni tiene poder para hacernos creer que lo es.

Dejemos de preguntarnos: “¿Existe una solución para este problema?” Esta pregunta trae aparejada meramente las posibilidades y limitaciones humanas. Por lo tanto, lo más probable es que este análisis nos deje deprimidos. Lo que debemos hacer, por medio de la oración, es calmar la ansiedad, elevar nuestro pensamiento, buscar la guía divina y escuchar la voz de Dios. Podemos hacerlo. Cristo Jesús dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Mateo 7:7;

Tampoco nos preguntemos: “¿Cuándo nos veremos libres de esto?” Lo que hacemos al plantearnos esta pregunta es posponer el bien que, en realidad, está aquí, ahora, dándonos todo lo que necesitamos.

Jehová se le reveló a Moisés como “Yo soy el que soy”. Éx. 3:14; Y Ciencia y Salud reitera esa revelación al definir a Dios como “El gran Yo soy”.Ciencia y Salud, pág. 587; El “Yo soy” ha sido válido para hombres en todas las épocas; y es válido para nosotros porque es el ahora eterno e infinito. Cuando alcanzamos la comprensión de que estamos hechos a la imagen y semejanza de Dios, nos reconocemos como el reflejo del “gran Yo Soy” y nos damos cuenta de que somos perfectos y completos ahora. Debemos reclamar nuestra salud, nuestra abundancia, nuestra armonía, nuestra libertad ahora, sin posponerlas para un tiempo futuro en la creencia de que hay que seguir ciertos procesos para que el bien pueda manifestarse en nuestra experiencia.

Si en lugar de enfrentar un problema con el ánimo caído y conmiseración propia, lo tomáramos como una nueva oportunidad para probar el poder de la Verdad sobre el error, de la luz sobre la obscuridad, entonces estaríamos agradecidos porque Dios nos ha otorgado la comprensión para vencer el mal. Podemos tener la seguridad de que esta nueva experiencia nos dejará más fuertes y con un concepto más claro de la omnipotencia de Dios.

No es necesario que tratemos de cambiar, con medios humanos, las circunstancias externas que parecieran causar una situación difícil; a veces es sólo nuestro punto de vista acerca de ellas lo que necesita cambiarse. Esto fue comprobado por una estudiante de Ciencia Cristiana que tenía sentimientos de desafecto hacia unos familiares. Se dio cuenta de que debía liberarse del resentimiento, la envidia, la ira, para poder obedecer el mandamiento: “Amarás ... a tu prójimo como a ti mismo”. Lucas 10:27; Al mismo tiempo pensaba que era muy difícil hacer esto con sus familiares — ¡tenían tantos defectos!

La Científica Cristiana se dio cuenta de que esos pensamientos no le hacían ningún bien; le impedían una mejor comprensión de Dios, y también del hombre hecho a Su imagen y semejanza. Orando sinceramente, pidió a Dios que le enseñara a amar a todos Sus hijos y que iluminara su pensamiento limpiándolo de todo lo que no fuera amoroso con respecto a sus familiares.

Se acercaba la Navidad y en ese día estarían todos reunidos. Ella recordó el significado que tiene la Navidad para los Científicos Cristianos, y pensó que si era lo suficientemente humilde, el Cristo, o la Verdad, nacería en su pensamiento. Durante la reunión, el día de Navidad, se sorprendió diciéndose a sí misma: “¿Por qué los vi tan mal durante tantos años si ellos son tan sinceros, sencillos y buenos?” Los sintió muy cerca de ella, y para ella ésa fue realmente una verdadera Navidad. Dos días más tarde, uno de sus familiares le dijo: “¡Cómo has cambiado; estás tan comunicativa!”

No eran los demás quienes debían cambiar, sino su opinión acerca de ellos. Con el corazón lleno de gozo agradeció a Dios que le hubiera mostrado tan claramente el camino. No sólo se vio libre de pensamientos materiales y agresivos sino que experimentó una profunda sensación de libertad. Notó entonces que una irritación que hacía años aparecía en su cuerpo, había desaparecido.

En Ciencia y Salud leemos: “Las creaciones toscas del pensamiento mortal tienen que ceder finalmente a las gloriosas formas que a veces vemos en la cámara obscura de la Mente divina, cuando el cuadro mental es espiritual y eterno”.Ciencia y Salud, pág. 264.

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