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[Original en alemán]

Cuando una querida amiga me hizo conocer...

Del número de mayo de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando una querida amiga me hizo conocer la Ciencia Cristiana, el gozoso y sanador mensaje del Cristo satisfizo todo mi anhelo de conocer la verdad y de poseer un entendimiento más elevado de la vida. Nunca olvidaré la luz de revelación que penetró en mi consciencia cuando comencé a leer el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Me di cuenta de la posibilidad de ayudar a otras personas. Este deseo y mi propia oración para expresar la perfección, me prepararon para compartir el alimento que Dios prepara para todos los que Le aman.

Desde entonces han transcurrido diez años, durante los cuales se han producido muchos cambios. La ansiedad y la pena han sido reemplazadas por el gozo, y la enfermedad y la ansiedad se han curado con amor. Se han mejorado las relaciones humanas, se ha establecido la serenidad en el hogar y estoy adquiriendo un entendimiento cada vez mayor de todo lo que constituye el cielo en la tierra.

La primera curación con auxilio divino de la que fui testigo fue una curación espontánea. Un amigo cayó de un caballo y vino a mí muy pálido y aturdido. Cuando se alejó, tuve inmediatamente la sensación de que debía y podía ayudarle. Corrí tras él y le encontré parado en la calle, temblando violentamente. Sólo se necesitó una breve palabra de verdad: “Dios es Todo-en-todo”. Instantáneamente desaparecieron todos los indicios de la caída. Me sentí muy feliz y agradecida de haber podido demostrar la verdad.

Poco tiempo después mi hijo, que tenía entonces diez años, también se cayó de un caballo y se dislocó una de las muñecas. Todo el brazo estaba hinchado y dolorido. Recordé la última línea del Padrenuestro con la interpretación espiritual que termina así (Ciencia y Salud, pág. 17):

“Porque Tuyo es el reino, y el poder,
y la gloria, para siempre.
Porque Dios es infinito, todo poder,
todo Vida, Verdad, Amor, está por
encima de todo, y lo es Todo”.

Le dije a mi hijo que Dios es todo poder y todo Vida y que sabiéndolo podría usar su mano y su brazo. Trató tímidamente de probar la verdad. Pero al día siguiente aceptó la sugestión del error de que debía llevar el brazo en un cabestrillo. Pero cuando le pregunté: “¿Quién es más fuerte — Dios, que ha creado el mundo y todo el universo, o esta pequeña pieza de tela?”, la respuesta fue espontánea: “¡Dios! ¡Porque Dios es poder!” Se desprendió del cabestrillo, se sentó en su bicicleta muy contento y salió a dar una vuelta. Cuando volvió de su paseo, poco después, no se veía ninguna hinchazón y el dolor había desaparecido.

En nuestra familia ha habido similares curaciones de inflamación del oído medio, epífisis de la articulación de la cadera, resfríos y dolorosas hemorragias, en este último caso con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana que vivía a cierta distancia. Al recordar un maravilloso rescate en las aguas de un arroyo y la protección divina en un accidente automovilístico, mi corazón se llena de profunda gratitud.

¡Cuánto deseo que mi testimonio ayude a todos los buscadores de la Verdad a encontrar el camino en la Ciencia divina y les aliente a recorrerlo con regocijo!

Asimismo, estoy muy agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre y por las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, que diariamente me encaminan a un entendimiento más amplio de la Biblia, y por la instrucción en clase, que he podido tomar en el idioma de este país. El conocimiento de las leyes infalibles de Dios es la bendición más grande que he recibido, y agradezco a Dios que la Ciencia divina, el Consolador prometido en la Biblia, está llegando a todas partes del mundo gracias a todas las obras de la Sra. Eddy y a sus traducciones a muchos idiomas.

“No hay lenguaje, ni palabras, donde no sea oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmo 19:3, 4, según la versión King James).


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