Cuando una querida amiga me hizo conocer la Ciencia Cristiana, el gozoso y sanador mensaje del Cristo satisfizo todo mi anhelo de conocer la verdad y de poseer un entendimiento más elevado de la vida. Nunca olvidaré la luz de revelación que penetró en mi consciencia cuando comencé a leer el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Me di cuenta de la posibilidad de ayudar a otras personas. Este deseo y mi propia oración para expresar la perfección, me prepararon para compartir el alimento que Dios prepara para todos los que Le aman.
Desde entonces han transcurrido diez años, durante los cuales se han producido muchos cambios. La ansiedad y la pena han sido reemplazadas por el gozo, y la enfermedad y la ansiedad se han curado con amor. Se han mejorado las relaciones humanas, se ha establecido la serenidad en el hogar y estoy adquiriendo un entendimiento cada vez mayor de todo lo que constituye el cielo en la tierra.
La primera curación con auxilio divino de la que fui testigo fue una curación espontánea. Un amigo cayó de un caballo y vino a mí muy pálido y aturdido. Cuando se alejó, tuve inmediatamente la sensación de que debía y podía ayudarle. Corrí tras él y le encontré parado en la calle, temblando violentamente. Sólo se necesitó una breve palabra de verdad: “Dios es Todo-en-todo”. Instantáneamente desaparecieron todos los indicios de la caída. Me sentí muy feliz y agradecida de haber podido demostrar la verdad.
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