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El desafío y las bendiciones potenciales del servicio de ujier

Del número de mayo de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Está usted sirviendo a su iglesia como ujier? Y ¿piensa usted a veces que es una actividad meramente rutinaria? ¿Ha pensado usted, tal vez, que es uno de los puestos que presenta menos exigencias espirituales en el trabajo de la iglesia?

Deténgase a considerar por un momento el potencial de curación que este puesto tiene. ¿Qué clase de impacto espiritual resultaría si los ujieres enfocaran invariablemente su trabajo, elevándolo por medio de la oración, al punto de prontitud y alegría espirituales? ¿Si persistentemente

— oraran por tener claridad espiritual para ver a cada uno como el hijo de Dios?

— oraran por vigilancia y compasión espirituales para encontrar y satisfacer cualquier necesidad que pudiera surgir?

— oraran para ver el culto en sí mismo, no como un conjunto de mortales que se congregan para oír algunas palabras leídas desde el púlpito, sino como el desarrollo mismo de la Palabra de Dios abrazando a todos en amor e inspiración sanadores?

La respuesta es obvia. Nuestros cultos alcanzarían un nuevo nivel de vitalidad sanadora.

Algo de la bendición sin par de esta actividad, así como su potencial para bien, puede verse cuando un ujier va a su puesto convencido de la identidad y bienaventuranza espirituales de cada uno de los que vienen al culto. El amor se extiende naturalmente a la comunidad, atrayendo a aquellos que están necesitados y contribuyendo al ímpetu sanador del culto.

Hace algunos años, un domingo por la mañana, me desperté sintiéndome enferma e indispuesta. Estuve muy tentada a pedir que me disculparan de mi puesto de ujier ese día. Sin embargo, fui y tomé mi puesto, pero de un modo rutinario y sin alegría. Después de unos minutos me di cuenta de que lo menos que podía hacer era poner de lado la preocupación de mí misma y darles la bienvenida con amor a quienes saludaba.

Entonces ocurrió la cosa más maravillosa. De pronto me vi haciendo un sincero esfuerzo por ver a cada uno como la idea de Dios. Empecé a desechar todas las tildes humanas buenas, malas o indiferentes que parecen estar sobrepuestas a la gente. ¡Qué desafío más alegre! No entretuve mi pensamiento en lo que tal o cual persona llevaba puesto o quién venía con quién.

Me aferré sólo a la sencilla comprensión a la manera del Cristo de que aquí, aquí mismo, estaba el hijo de Dios. Al final del culto me di cuenta de que estaba feliz y libre. En algún momento, mientras me mantenía en esa línea de pensamiento desapareció toda sensación de enfermedad. La obscuridad de la creencia, sencillamente no podía permanecer en la luz de la activa comprensión espiritual.

El trabajo de ujier nos presenta una continua oportunidad de cambiar conceptos humanos por ideas espirituales. La Sra. Eddy lo dice de la siguiente manera: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos de los sentidos por las ideas del Alma”.Ciencia y Salud, pág. 269; De manera que si el trabajo se considera meramente como la habilidad de abrir y cerrar puertas, estar de pie en un lugar por cierto período de tiempo, y así por el estilo, estamos perdiendo realmente su potencial de alegría y curación. Mas cuando empezamos a cambiar estos conceptos sin salida por las espontáneas ideas del Alma, se nos revela un punto de vista totalmente nuevo.

Por ejemplo, un antiguo significado de la palabra ujier es “heraldo”, uno que anuncia lo que ha de venir. De manera que mientras nuestras manos y pies pueden estar activos durante nuestro trabajo de ujieres, nuestros pensamientos pueden ser radiantes heraldos de curación. No hay nada rutinario en esto.

O bien, debido a nuestra familiaridad con el trabajo y con cada uno de nosotros, tal vez podría parecer que el aburrimiento, el chisme, o la hilaridad se hicieran cargo de las reuniones previas de ujieres. Podemos saber que el Cristo está realmente presente — la naturaleza divina que animaba a Cristo Jesús, el Mostrador del camino. Jesús mismo dijo: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Mateo 18:20;

La petulancia, la irreverencia o la mera rutina, no existen en la presencia del Cristo. Una reunión de ujieres puede promover el más humilde reconocimiento y consciente gratitud de que los ujieres están al punto de dar testimonio de la cosa más importante que está ocurriendo en la comunidad: la Palabra de Dios pronunciándose y declarándose a sí misma a la consciencia individual en la forma de un culto.

El considerar el trabajo de ujier en esta actitud reverente y humilde significa estar preparado para dar la bienvenida y reconocer la presencia del Cristo, iluminando toda la atmósfera con curación radiante.

El hacer la colecta puede ser más que pasar la bandeja. Puede ser el reconocimiento continuo y lleno de gratitud de la munificencia e imparcialidad de la dádiva divina. El único y verdadero dador es, por cierto, Dios. El hombre, la expresión de Dios, refleja este dar espontáneo. Sabiendo esto, podemos dar de un corazón agradecido que reconoce las fuentes inagotables del Amor. Tal manera de pensar no puede sino resultar en una actividad más coordinada v abundante.

¿Qué decir si no nos gusta estar de pie en un lugar por un largo rato? Tal vez podríamos pensar que estamos sirviendo de ujieres manteniendo nuestra posición por la Verdad, dando testimonio de la estabilidad incansable del Principio. El estar dispuestos humildemente a hacer todo lo que necesite hacerse al servicio de Dios, nos da la alegría y fortaleza necesarias para elevar la tarea de lo rutinario a lo inspiracional. Y esto también disuelve todo sentido de embarazosa timidez acerca de nuestra apariencia o ademanes.

Y ¿qué decir de los ujieres que están en servicio detrás de la plataforma? ¿Consiste su deber meramente en ver que los Lectores salgan a la plataforma juntos y al mismo tiempo? Ciertamente es parte de este puesto; pero también tienen la oportunidad de reconocer la sabia e inspirada provisión de la Sra. Eddy de que la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana es predicada por nuestro “pastor dual e impersonal”.Miscellaneous Writings, pág. 322. El mantener este simple reconocimiento ayuda mucho en la espiritualización del culto, y promueve y preserva una atmósfera de reverencia y dignidad, tanto antes como después del culto.

El deber, el funcionamiento, el orden evidencian cualidades espirituales que residen en la Mente, están gobernadas por la Mente y están evidenciadas por la Mente. El esforzarse por substituir la rigidez humana o la rutina con estos conceptos espiritualizados, inevitablemente eleva, renueva y mejora todas las funciones del servicio de ujier. Nuevas ideas, nuevas maneras de hacer las cosas, se desarrollan con suavidad y eficacia progresiva. La inspiración abarca los deberes más simples.

Es sólo por medio del intercambio de conceptos que nos es posible empezar a vislumbrar la grandeza y estatura espirituales del servicio de ujier; su orden basado en el Principio y su vitalidad ordenada por el Espíritu.

La tranquila alegría y la convicción espiritual de la omnipotencia y supremacía del Amor infinito, tan características de un pensamiento espiritualmente preparado, imbuirían el saludo de bienvenida del ujier de la simplicidad y desembarazo a la manera del Cristo. Abrazaría a toda la congregación en la vitalidad sanadora del Amor.

¡Qué grandes resultados se obtienen de esfuerzos tan modestos!

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