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¡No nos quedemos en la montaña rusa!

Del número de diciembre de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Piensa usted a veces que la vida se asemeja a una montaña rusa en un parque de diversiones? ¿Subidas empinadas, bajadas repentinas y poca estabilidad entre lo uno y lo otro? En su forma más leve, esta aflicción mental se denomina a veces “temperamento artístico”; en su forma más severa “manía depresiva”. Pero, sea cual fuere su nombre, ¡no es algo a lo que tengamos que someternos!

Después de haberme encontrado esclavizada durante mis años universitarios por una vida de altibajos temperamentales, añoraba liberarme de este yugo. De momentos de extrema depresión, en los cuales me acometían intensos impulsos de suicidarme, pasaba al extremo opuesto — a una euforia agotadora. Traté de normalizar esta situación mediante drogas, pero no surtieron ningún efecto. Finalmente, recibí mi curación por medio de la Ciencia Cristiana.

¿Cómo ocurrió? Comencé a percibir la naturaleza de Dios y mi parentesco con Él, como Su hija. Entonces pude comportarme de manera más semejante a la naturaleza de Dios. El Cristo estaba trabajando.

Dios es la Mente perfecta, el Amor divino, el Principio firme y constante de todo ser. Dios por cierto no es temperamental — no cambia de una naturaleza a otra. La Biblia describe Su constancia de esta manera: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre. .. en el cual no hay mudanza”. Sant. 1:17;

La Ciencia Cristiana enseña que el hombre a imagen y semejanza de Dios hereda únicamente cualidades divinas. Si Dios es constante, sin “mudanza”, entonces Su creación, el hombre, también debe expresar constancia.

Éste es el hecho espiritual, pero, ¿cómo puede sernos práctico? Por medio de la oración científica trabajamos para ver que Dios es Todo y que el hombre es la expresión de Dios. Entonces estamos seguros de que lo que representa al hombre como deprimido y temperamental tiene que ser incorrecto, una impresión falsa causada por la ignorancia de lo que es verdad. Siendo Dios absolutamente perfecto, el hombre también tiene que ser perfecto. La verdad reemplaza nuestra creencia errónea de que el hombre es mortal, un ser emocional, víctima de las circunstancias. Y la Verdad cura. Nos libera de toda dificultad — física o mental.

Al principio no comprendía mucho de lo que leía en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, que alguien me había regalado para leer. Pero persistí en leerlo y encontré muchas ideas útiles. Por ejemplo, uno de los sinónimos de Dios dados por la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana es Mente, que ella define como “el único Dios; no aquello que está dentro del hombre, sino el Principio divino, o Dios, de quien el hombre es la expresión plena y perfecta”.Ciencia y Salud, pág. 591;

Recuerdo un día en que sentí que estaba perdiendo la razón, — que se me estaba escapando y que yo no podía hacer nada para evitarlo. De pronto pensé en este concepto — de que la Mente única es Dios. Fue como si alguien me dijera en alta voz: “Si solamente existe una Mente, y la Mente lo es Todo, ¿cómo es posible que tú tengas una mente separada que pueda perderse? Además, ¿adonde podría irse?” Me pareció absurdo el pensar que yo podía tener algo que no estuviera incluido en el Todo. Me puse a reír, y aquella fue la última vez que me vino esa sugestión torturante.

Esta idea — de que Dios es mi Mente — me ayudó en otra ocasión cuando caí en una profunda depresión y estuve a punto de suicidarme. Todo fue muy dramático y estaba escribiendo una nota de suicidio cuando me vino a la mente una frase que había leído en Ciencia y Salud: “Tal como el hombre se duerme, así despertará”.ibid., pág. 291;

El terminar con mi vida humana no iba a resolver nada. La muerte era solamente un sueño momentáneo y yo tendría que seguir encarando las circunstancias al despertar.

La próxima frase en Ciencia y Salud dice: “Tal como la muerte encuentre al hombre mortal, así será éste después de la muerte, hasta que la probación y el desarrollo efectúen el cambio necesario”. Es así que comprendí que era mejor quedarme y resolver mis problemas aquí mismo. Éste fue el fin de mis tendencias a suicidarme.

El eliminar todo vestigio de los altibajos emocionales me ha tomado un poco más de tiempo, pero el progreso ha sido constante. He encontrado útil el desechar las teorías prevalecientes acerca de problemas emocionales. Por ejemplo, algunos creen que estos problemas son básicamente genéticos. En mi familia han habido casos de enfermedades mentales. ¿Iba yo a aceptar la creencia de que mis altibajos emocionales tal vez habían sido heredados? ¡No! Dios es mi verdadero Padre. Los padres humanos son tutores, y no originadores, tutores que expresan el tierno amor de Dios para Sus hijos. Debido a que heredo todo directamente de Dios y que Él es totalmente bueno — mi única herencia es lo bueno.

Nuevamente me apoyó la Biblia: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; ... Y es hermosa la heredad que me ha tocado”. Salmo 16:5, 6; Esta verdad contrarresta toda creencia en la genética y sus efectos.

Otra creencia general es que los primeros años de nuestra experiencia son de importancia crucial y que ellos determinan el curso de toda nuestra vida. Bueno, mis primeros años no fueron buenos — mis padres se divorciaron cuando yo tenía cinco años. Me crié sin madre y tal vez podría atribuir mis problemas a esto, si así lo quisiera hacer. Pero eso no me ayudaría a liberarme. Lo que necesitaba ver es que no podía estar en ningún momento fuera del amor de Dios. Aún cuando yo no lo supiera, Dios me amaba.

Aunque mi niñez pareció estar llena de trastornos y desdichas, mi verdadera experiencia fue la de haber estado siempre bajo el tierno cuidado de mi Padre-Madre Dios. La desdicha era como un sueño o un espejismo. Parecía estar allí, pero en realidad no lo estaba. La única diferencia entre un espejismo y mi vida pasada era que yo sabía que “el agua” sobre la carretera seca en el desierto en verdad no estaba allí, así que no me preocupaba la idea de que sería un obstáculo cuando mi automóvil tuviera que cruzarla.

Básicamente, lo malo que ocurrió en mi pasado fue simplemente una ignorancia acerca del verdadero hecho espiritual de que mi vida siempre había estado llena de armonía. Cuando dejé de lado todo resentimiento sobre mis circunstancias, pude sentir un amor genuino por mi familia y desprenderme de las agobiadoras cargas del pasado. Ahora el pasado no es un factor predominante en mi vida. La Verdad lo es.

Otra creencia generalmente aceptada es la de que tenemos una mente inconsciente que está en pugna con nuestra mente consciente, y que de este conflicto resultan los problemas mentales. Pero, si existe una Mente perfecta y siempre consciente (y las experiencias en la Ciencia Cristiana así lo demuestran), ¿dónde puede existir una mente inconsciente? Esto me ayudó muchísimo. Y hubo un beneficio adicional — ya no tuve pesadillas, que la sicología atribuye en gran parte al inconsciente.

Día tras día luché por verme más claramente como una idea espiritual, creada por Dios, y no como un mortal emocional. Cuando me sentía caer en una depresión (o pasar al extremo opuesto de ánimo), inmediatamente comenzaba a orar hasta sentir verdaderamente el amor de Dios por mí. Entonces los extremos desaparecían al ser reemplazados por un sentimiento de verdadero gozo y vivacidad espirituales. Poco a poco aumentó mi habilidad para acabar con estos extremos antes de que se apoderaran de mí, y mi vida comenzó a normalizarse y a transformarse en una experiencia estable y satisfactoria.

Durante este tiempo encontré esencial el estudio de la Lección-Sermón en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana; y casi siempre derivé de ella inspiración, esperanza y valor. También me fue útil visitar a practicistas de la Ciencia Cristiana en procura de aliento y ayuda. Asistir a los servicios religiosos fue una alegría, y también pasé muchas horas en las Salas de Lectura.

¡Qué alivio es el haberme bajado de la montaña rusa que parecía ser mi vida! Por medio de la Ciencia Cristiana me siento más estable y he podido comprobar la verdad de esta declaración: “El admitir a sí mismo que el hombre es la propia semejanza de Dios, deja al hombre libre para abarcar la idea infinita”.Ciencia y Salud, pág. 90.

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