A través de los siglos los cristianos han apreciado el concepto del niño Cristo nacido en un pesebre. Pero la idea-Cristo, la Verdad sanadora y salvadora perfectamente ejemplificada por Jesús, no comenzó con el nacimiento de Jesús en Belén. En todas las épocas, hombres y mujeres de pensamiento espiritualizado han tenido vislumbres de la idea-Cristo.
La Sra. Eddy escribe: “En diferentes épocas la idea divina asume formas diferentes, de acuerdo con las necesidades de la humanidad. En esta época asume, más inteligentemente que nunca, la forma de la curación cristiana. Éste es el niño que hemos de amar. Éste es el niño que rodea con sus tiernos brazos el cuello de la omnipotencia y pide del afectuoso corazón de Dios infinito cuidado”.Miscellaneous Writings, pág. 370; ¿Cómo apreciar la idea de la curación cristiana? Abrigando en nuestro corazón el deseo de sanar a los demás, desarrollando la habilidad para sanar y protegiendo nuestro trabajo sanador contra influencias contrarias.
El deseo de sanar a los demás nace de la gratitud a Dios y del amor a la humanidad. Se origina en momentos de amor desinteresado, cuando en el corazón fluye un deseo de ayudar a los demás para que sientan el toque de la Verdad sanadora. Surge de un anhelo profundo de obedecer la orden eterna de Jesús: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. Mateo 10:8;
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