¿Estamos dormidos junto al estanque,
como la víctima en Betesda tiempo ha
suponiendo como reales los vacíos sueños o temores:
enfermedad, pesar o pecado, o sentido personal?
Entonces escuchemos la llamada triple de aquel
para quien tales cosas oportunidades eran
de conocer y demostrar el todo poder de Dios.
“Levántate”, dijo Cristo Jesús.
El esfuerzo honesto, la pura humildad
pueden levantarse liberándote de la apatía.
Nuestro pensamiento tiene que dejar el sueño mortal,
sin que lo obscurezcan manchas o fatiga terrenal.
“Toma tu lecho”, dijo.
No tengamos piedad de las premisas falsas,
que atraen creencias ilusivas en las cuales reposar,
encontrar debemos al Consolador,
que es elevación fortalecedora del Amor,
la omnipotencia de la única Mente.
“Y anda”, ordena el Cristo.
Elevando el pensamiento, echando fuera lo falaz,
¿estamos demostrando con alegría,
las verdades más profundas y sencillas?
Más de veinte años de sufrimiento huyeron
al escuchar los tres mandatos junto al vetusto estanque.
El Cristo, nuestro Salvador, aún nos presenta a todos
su mandato total: “Levántate, toma tu lecho, y anda”.
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