Cuando Cristo Jesús sanó a los diez leprosos, uno de ellos volvió para agradecerle y glorificar “a Dios a gran voz”, como leemos en el Evangelio según San Lucas (17:15).
Yo también quiero volverme y agradecer por todos los beneficios que durante el transcurso de mi vida he recibido mediante la Ciencia Cristiana y su aplicación. No me sería posible enumerarlos ya que he experimentado tanto curaciones físicas como la solución de dificultades personales y la superación e penurias morales.
Después de la pérdida total de nuestro hogar, mis padres y yo nos encontramos en la calle con sendas maletas como toda propiedad. Sin embargo, sabíamos que el concepto de “hogar” no se expresa por una casa, piso, muebles, alfombras, o cuadros, sino por las cualidades espirituales de amor, armonía y protección. Así que, mediante nuestra comprensión de la Ciencia Cristiana, nos fue posible, en poco tiempo, tener un nuevo hogar más hermoso que el anterior.
Cuando fui a vivir al extranjero padecí de nostalgia por muchos años. Cada vez que en el viaje de regreso de mi país atravesaba la frontera, me abrumaba un sentimiento de inmenso desamparo. Hablé de ello con mi maestro de Ciencia Cristiana, quien amorosamente oró por mí. Me di cuenta de que el amor de Dios es omnipresente, y desde entonces no he vuelto a sufrir de nostalgia.
En una ocasión usé ácido sulfúrico para limpiar una sartén de hierro. Pero en lugar de usar agua templada, puse la sartén sobre una fuerte llama de gas y traté de echar unas gotas del ácido sulfúrico en el agua hirviendo. El vapor del agua hirviendo de súbito aspiró el contenido de la gran botella. Hubo una explosión; el agua saltó de la sartén y se derramó por todas partes, salpicándome la cara y el cuerpo.
Mi primera reacción fue de asombro, no de miedo. Pero acto seguido me di cuenta de que las llamadas leyes físicas no tienen poder sobre el hombre, que es una idea espiritual. Puesto que Dios, la Mente, tiene todo el poder, en el reino de Dios donde verdaderamente vivimos, no existen accidentes. El líquido quemó mi ropa y las losetas del piso, pero yo misma quedé completamente ilesa — mi piel no sufrió marcas ni quemaduras.
Una fractura de hueso sanó perfectamente mediante la aplicación de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y la oración de un practicista de la Ciencia Cristiana. Obtuve grandes beneficios y progreso espiritual de este trabajo metafísico.
Sané de una infección de sinusitis de la que había padecido por varias semanas. La curación se produjo después que leí una conferencia sobre Ciencia Cristiana y al reconocer que todo ser verdadero es espiritual y armonioso, y que el hombre es uno con Dios.
Cuando me aferro a Dios y a Su idea, escuchando sólo la voz de la Verdad, puedo experimentar continuamente lo que se expresa en el libro de Malaquías (3:10): “Y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.
Estoy profundamente agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre y de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Estoy agradecida también por la instrucción recibida en clase y por las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana que, en su calidad de mensajeros de Dios, nos inspiran, fortalecen y sostienen con nuevas ideas. Estoy muy reconocida por estas sabias provisiones que nos ha dejado la Sra. Eddy.
Mi profundo anhelo es el de continuar adquiriendo a diario una mejor comprensión de la Ciencia Cristiana.
Madrid, España
