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[Original en español]

Relato este testimonio en agradecimiento a...

Del número de junio de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Relato este testimonio en agradecimiento a la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. y para dar valor a aquellos que sufren del mismo mal y se consideran a sí mismos sin esperanzas de curación.

Desde muy pequeña sufrí de asma. Éste fue el principio de una pesada cruz que arrastré durante cuarenta y dos años, y que me obligó a abandonar mi carrera de maestra antes de finalizar mis años de servicio. Por momentos se me hacía difícil seguir viviendo. Desde los comienzos del mal fui tratada con muchos sistemas materiales, desde simples cataplasmas y remedios caseros, hasta la farmacología, naturismo, masajes a todo el cuerpo, baños de mar, baños de sol, homeopatía y, por último, cirugía. La operación quirúrgica era una seria determinación ya que los resultados no se podían predecir. No se logró nada, pues seguí sufriendo ataques cada vez más agudos.

Amaba la vida de Cristo Jesús con su pureza, ejemplo y amor por la humanidad. Esto trazó mi camino y me sostuvo a través de las tribulaciones. Pero en todo esto había un gran error de concepto. Me habían enseñado a creer que arrastrar una cruz como la mía sería un medio para alcanzar un mayor grado de pureza. Ahora que he descartado mis antiguos conceptos religiosos, comprendo que lo que amaba en la vida de Cristo Jesús era su práctica del bien.

Cuando ya me sentía al borde de la tumba, y no deseando vivir más, un Científico Cristiano vino a mi casa. Nunca lo había visto antes. Me habló de una religión que era científica y me trajo el libro de texto Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Comencé a leerlo con avidez, a comerlo.

Lo primero que hice cuando comencé a comprender su verdad, fue tirar a la basura todas las medicinas que creía que me ayudaban a respirar. La lectura y el estudio de la Biblia y del libro de texto durante tres años, cambiaron y espiritualizaron mi modo de pensar y, con ello, mi actitud respecto a la salud.

Después de un tiempo los síntomas se presentaron otra vez en una crisis muy aguda, pero pude resistirlos sin remedios materiales leyendo Ciencia y Salud. Mi estudio estaba evidenciando mi verdadera identidad como idea de Dios. Estaba aprendiendo que el hombre no es un ser corpóreo sujeto a leyes de desintegración o sufrimiento. El Principio divino se me había revelado tan claramente que supe que era la hija bienamada de esa Mente que creó todo lo que existe y lo ve todo como muy bueno. Sentí la tierna presencia de mi Padre celestial dándome valor, así como un padre o una madre humano consuela a su hijo atemorizado. Himnos y pasajes del libro de texto afluían a mi pensamiento cual frescas aguas de un manantial para calmar mi sed. Después de esta experiencia comencé a sentirme mejor, hasta que me restablecí completamente.

Durante una conferencia de la Ciencia Cristiana estaba sentada junto a un practicista de la Ciencia Cristiana, el mismo que me había traído el libro de texto por primera vez. En esos días estaba padeciendo de un fuerte catarro, y de una tos muy molesta que me impedía escuchar con tranquilidad.

Cuando finalizó la conferencia, el practicista me habló en términos tan claros acerca de la impotencia del temor, que me sentí bien en muy poco tiempo. Desde entonces nunca he vuelto a sufrir de catarros.

Tres años más tarde, en vísperas de un viaje a Inglaterra, sentí otra vez que me ahogaba. Abrí Ciencia y Salud en un testimonio dado en el capítulo “Los Frutos de la Ciencia Cristiana”, en el cual el testificante dice (pág. 626): “Me curé leyendo Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mrs. Eddy”. Mi pensamiento se detuvo en el tiempo del verbo — “curé”, y esto verdaderamente fue un mensaje. Me curé, y si había sanado, la anormalidad no podía aparecer de nuevo. En pocos minutos mi respiración era normal y la fatiga no se repitió jamás.

Una evidencia palpable de que exponer mi cuerpo a ciertas condiciones atmosféricas no tenía poder sobre mí, la tuve cuando fui invitada a pasar mis vacaciones en una granja en Inglaterra, en el mes de noviembre

Todos los días tuvimos lluvia, viento, frío y sol. A pesar de estas condiciones atmosféricas ayudé en las tareas de la granja y estuve bajo la lluvia muchas horas, y expuesta al frío y a la humedad.

Como una protección constante, mis pensamientos estaban llenos de himnos y de frases de la Biblia y del libro de texto. Mi temor fue definitivamente arrojado por la borda y comprobé con gran alegría que el mensaje que recibí aquella noche al leer del capítulo “Los Frutos de la Ciencia Cristiana” era verdad; había sanado completamente. La lectura de Ciencia y Salud y el persistente trabajo del practicista me habían sanado para siempre.

No hay palabras para expresar mi gratitud por ésta y otras innumerables curaciones; por curaciones realizadas en mis hijos y en mi familia; por el cambio completo habido en mi vida y en mi modo de pensar, enseñándome a ver al verdadero hijo de Dios en mí y en los que me rodean.

Ciencia y Salud me está enseñando a amar como el reflejo del Amor divino, y, por sobre todo, me está enseñando a ser cristiana. También estoy agradecida por haber recibido instrucción en clase y por haberme graduado de enfermera de la Ciencia Cristiana.


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