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Los pensamientos son riqueza

[Original en español]

Del número de junio de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Si nos preguntaran, ¿cómo nos gustaría que fueran nuestros pensamientos — como espigas de trigo o espinas — qué responderíamos? La opción sería sencilla, pues la respuesta es obvia. Sin embargo, aun después de adoptar una decisión correcta vemos que las manifestaciones de nuestros pensamientos son muy diferentes de las que nos habría gustado que fuesen. Porque los pensamientos, como las plantas, requieren cultivo. Necesitan el rocío de la oración inspirada para que sean como las plantas que florecen y producen frutos buenos. El camino es claro, y está especificado en Proverbios: “Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Prov. 23:7;

Mientras estudiaba en la universidad, me sentí atraído hacia las posibilidades de las computadoras. Me inscribí en un seminario; pero muy pronto el profesor destruyó el mito con una sola sentencia: “basura entra, basura sale”, significando que, de acuerdo con la información que se le suministra a la computadora — input — tal es el resultado que la máquina produce — output. Si los datos son inadecuados o incorrectos, explicó el profesor, los resultados serán malos o incorrectos.

Esta verdad me hizo pensar acerca de la importancia que tiene la información que aceptamos como base para nuestros pensamientos y actos. La Ciencia Cristiana nos enseña a distinguir entre las premisas incorrectas de la mente mortal y las ideas fructíferas que imparte la Mente divina, o Dios. La Sra. Eddy escribe: “La mente humana y mortal, por una perversión inevitable, pretende que todas las cosas se originan en el más bajo en lugar del más elevado pensamiento mortal. Lo contrario sucede con todas las formaciones de la Mente divina e inmortal. Ellas proceden de la fuente divina; y por eso, al investigar su origen, ascendemos constantemente en la existencia infinita”.Ciencia y Salud, pág. 189 ;

Pensé: “¿De dónde provienen los pensamientos que tenemos a cada instante? ¿Qué efectos nos produce el conocimiento indiscriminado de la información de toda clase que nos proporcionan los medios informativos?” Comprendiendo que los pensamientos correctos están establecidos en la Mente divina, y pensando correctamente, descubrimos el reino de Dios dentro de nosotros mismos y logramos destellos de nuestras inmensas posibilidades. Sabiendo lo que el hombre, como idea de Dios, posee y expresa — por ser reflejo divino — desarrollamos humanamente nuestro potencial de cualidades tales como: habilidad, inteligencia, sabiduría y bondad.

Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana descubrí poco a poco la eficacia de la oración, y esto me capacitó, a su vez, para hacer un mejor uso de la información. Recordé a Cristo Jesús, que frecuentemente se retiraba a orar a un lugar tranquilo. Oraba en comunión con la fuente infinita que alimentaba sus pensamientos, esto es, Dios, el bien. Comprendí que podía seguir el ejemplo del Maestro. Esta comunión con el Amor divino trajo a mi consciencia el Cristo, la Verdad absoluta, demostrándose en cualidades y valores nunca logrados anteriormente. Como resultado de la oración práctica, podemos también ser como árboles que producen frutos perennemente.

La Ciencia Cristiana, la Ciencia del Cristo, nos enseña a invocar la oración de la comprensión espiritual. Y no sólo para nosotros. Esto es muy cierto, la Ciencia Cristiana refresca espiritualmente — es un vaso de agua fresca que podemos compartir con los demás. Una vez que se ha bebido de ella, jamás se puede volver a sentir sed como antes. Al igual que Pedro, cuando dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy”, Hechos 3:6. cada hombre, mujer y niño, más que demostrar una simple profesión de fe, demostrará el amor altruista, al dar de una manera eficaz. Demos lo mejor que tenemos — nuestros vivificantes pensamientos de curación, salud, amor, comprensión, armonía y bien.

Dar en el nombre de Cristo, esto es, reflejar la luz divina de la Verdad, inspira y muestra el camino. Caminando por esta ruta, la raza humana progresivamente se elevará hacia objetivos más gloriosos. ¿Existe alguna riqueza mayor que la de compartir los buenos pensamientos?

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