Si nos preguntaran, ¿cómo nos gustaría que fueran nuestros pensamientos — como espigas de trigo o espinas — qué responderíamos? La opción sería sencilla, pues la respuesta es obvia. Sin embargo, aun después de adoptar una decisión correcta vemos que las manifestaciones de nuestros pensamientos son muy diferentes de las que nos habría gustado que fuesen.
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