Hace poco una madre estaba parada cerca de la ventana mirando a través de la obscuridad de la noche. Le había dado permiso a uno de sus hijos para ir a una fiesta con la condición de que no debía regresar después de la medianoche. A la una de la madrugada el chico aún no había regresado. La ansiedad sobrecogió a la madre y lágrimas de desconsuelo y desilusión asomaron a sus ojos. ¿Por qué había traicionado el muchacho su confianza? ¿O qué le habría sucedido?
Los miembros de esta familia son Científicos Cristianos, y aun cuando esta madre estaba sumida en el desaliento y el temor, el Amor le estaba diciendo: “¿Qué te está tentando a creer la mente mortal?” Despertada por este mensaje angelical, la madre dejó de vigilar tras de la ventana, para estudiar y orar.
Al apartar su pensamiento del cuadro de un mortal desobediente e irresponsable, se esforzó por llenar su consciencia con lo que sabía que era verdadero acerca de Dios y de Su idea, el hombre. Razonó que Dios es el bien y llena todo el espacio; por lo tanto, el hombre,
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