“El favor divino sobre la tierra” es una expresión que se usa en la religión budista. Hay muchos budistas en Japón, por lo tanto voy a tomar prestadas estas palabras y contarles mi experiencia acerca de lo que es “el favor divino sobre la tierra” en la Ciencia Cristiana, es decir, la curación.
Por supuesto, no empecé a estudiar la Ciencia Cristiana porque deseaba “el favor divino sobre la tierra”. Sin embargo, tenía lo que puede llamarse una convicción de que una religión verdadera debe salvar a la humanidad no sólo mental sino físicamente. El hecho de que Dios existe no debe ser negado. Por ello, sentí que Dios, el gobernador omnipotente, omnisciente y supremo debe necesariamente salvarnos de los sufrimientos terrenales, y cuando supe de la Ciencia Cristiana, mi oración fue respondida. Tuve una enorme alegría cuando descubrí que el sufrimiento en el mundo es únicamente un sueño.
Durante mi niñez y juventud, sufrí de gastroenteritis y de anemia, y siempre estaba nervioso e irritable. Pero luego que empecé el estudio de la Ciencia Cristiana, sané completamente y mi carácter cambió hasta ser alegre y jovial. Me curé de debilidad estomacal crónica, de catarro severo del colon, de atonía gástrica y de afección contagiosa de la piel, mediante la oración en la Ciencia.
La magnífica verdad de que el hombre no tiene una existencia solitaria separada de Dios, sino que está unido a Dios por medio del Cristo, se me hizo cada vez más evidente a través de estas curaciones. También he aprendido que mi cuerpo está siempre sano cuando cuido mi propio pensamiento y paso cada día con un sentimiento de gratitud y de alegría.
En una ocasión tuve un problema financiero. Tenía que hacer algo para obtener dos millones de yens, y aun si obtenía un préstamo del banco, éste se sumaría a tres millones que había logrado mediante una hipoteca. El banco me había prestado lo máximo. El sentido común me decía que no obtuviera más en préstamo, aunque me parecía que tenía que hacerlo.
Oré fervientemente a Dios. Creí humildemente que no hay nada imposible para Dios y que Él escucha nuestras oraciones y nos proporciona ideas mientras haya un deseo justo. Al orar más me calmé y una idea vino a mi pensamiento. Tuve un rayo de esperanza al ver la posibilidad de poner esta idea en acción.
Como resultado de esto, pude obtener el dinero. Cumplí con mi trabajo y experimenté una gran alegría. Sin embargo, la mejor lección que aprendí al tener esta experiencia fue que no importa cuán desesperada parezca ser la experiencia humana, no debemos perder la esperanza, porque Dios, que es Amor, está aquí mismo y si confiamos de todo corazón en Él, el deseo justo se cumple.
Estas palabras de la Biblia fueron un sostén en que me apoyé (Prov. 3:5, 6): “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócele en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. También estas palabras de la Sra. Eddy me trajeron mucha paz: “Dios os da Sus ideas espirituales, y a su vez, ellas os dan vuestra diaria provisión. Nunca pidáis para el mañana: es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, nunca dudando, tendréis todo lo que necesitéis en todo momento. ¡Qué herencia más gloriosa se nos da por medio de la comprensión del Amor omnipresente! Más no podemos pedir: no deseamos más: más no podemos tener. Esta dulce certeza es el ‘Calla, enmudece’ a todos los temores humanos, a toda clase de sufrimiento” (Miscellaneous Writings — Escritos Misceláneos, pág. 307).
Kawasaki, Japón
