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Cómo vencer los desafíos de la edad

Del número de agosto de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Se puede hacer algo para vencer los desafíos de la edad? ¿Se pueden eliminar sus limitaciones? Una declaración de Zofar en el libro de Job indica que sí: “La vida te será más clara que el mediodía; aunque oscureciere, será como la mañana”. Job 11:17;

Para superar los desafíos asociados con la edad necesitamos comprender en cierta medida las verdades espirituales básicas sobre Dios y el hombre. En conformidad con la Biblia, la Ciencia Cristiana enseña que Dios es Vida infinita y eterna, independiente del tiempo. La Vida, Dios, no conoce nada acerca del tiempo y, por lo tanto, nada acerca de la edad.

El hombre — el hombre verdadero, la identidad verdadera de cada uno de nosotros — está hecho a imagen de Dios. Debido a que el hombre es la expresión de la Vida eterna, la cual no tiene comienzo ni fin, él es sempiterno, infinito e imperecedero. La gran verdad de su ser eterno no puede ser discernida por los sentidos materiales, pero le es muy evidente al sentido espiritual, con el cual Dios dota a todos Sus hijos. Las palabras y obras de Cristo Jesús muestran claramente que la vida es eterna. El Maestro declaró que la obtenemos siguiendo las verdades que él enseñó. Dijo: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3;

Los problemas relacionados con la edad surgen de las creencias erróneas que se nos ha enseñado que aceptemos concernientes al tiempo y a la edad. El concepto mortal de nacimiento, madurez, decadencia y muerte es considerado por la mayoría de la gente como verdadero e irrefutable. Se cree que como nada puede detener este ciclo sería mejor aceptarlo.

Pero desde un punto de vista espiritual no tenemos por qué aceptar el ciclo mortal, porque es contrario a la lógica divina. Comenzando con Dios, que es el bien eterno, no podemos llegar a la conclusión de que Su creación está sujeta a cambios materiales que acaban en deterioro y destrucción. El hombre, el reflejo de la Vida eterna, es inmutablemente perfecto, está eternamente mantenido por su Padre-Madre Dios, por lo tanto es inmortal.

La verdad de la relación del hombre con Dios, la Vida eterna, es lo que necesitamos afirmar con comprensión y mantener en el pensamiento a fin de anular los desafíos de la edad. Es importante reconocer continuamente que el hombre es eterno porque Dios es eterno. Mediante un profundo estudio de la Biblia, de Ciencia y Salud y de los otros escritos de la Sra. Eddy, podemos crecer en nuestra comprensión de la Deidad y nuestra inseparable y verdadera unión con Dios. Y a medida que lo hacemos, podemos demostrar lo que vamos aprendiendo. La Sra. Eddy dice: “La Vida es eterna. Debiéramos reconocer este hecho, y empezar a demostrarlo”.Ciencia y Salud, pág. 246;

Quien se aferra constantemente a su verdadera condición como imagen de la Vida eterna, está preparado para hacer frente a las sugestiones de la mente mortal o material. Estas sugestiones parecen argumentar perpetuamente que las pretensiones de la mortalidad son inalterables e inevitables. Pero la ley de Dios, cuando se recurre a ella con comprensión, anula estas supuestas leyes. Una de tales pretensiones es que la edad avanzada viene acompañada de una mayor susceptibilidad a las enfermedades. Desde la base de la supremacía de Dios es absurdo suponer que el tiempo tenga habilidad alguna para alterar la integridad del hombre como reflejo de la Vida, Dios. El reconocimiento de la eterna perfección del hombre puede anular los efectos de esta ley equivocada.

Otra tal llamada ley declara que el tiempo deteriora las facultades y debilita y disminuye la capacidad física. Por cierto que podemos refutar estas falsedades. Las aptitudes del hombre no dependen del tiempo sino de la eterna provisión de Dios que incluye vigor ilimitado, sabiduría y percepción ilimitadas. A veces hay una tendencia a disminuir nuestra actividad, a ceder a la sugestión de que deberíamos reducir nuestro rendimiento y descansar. Un cambio de actividad en una edad más avanzada puede ser lo indicado, pero no debiéramos hacerlo en la expectativa de que la capacidad disminuirá. Al no consentir jamás en ser víctimas de las restricciones del tiempo o la edad, somos capaces de estar alerta y ver nuestro verdadero ser como una idea de la Mente eterna, la Vida, expresando vitalidad continua. Ciencia y Salud declara: “Hombres y mujeres de edad más madura y mayor experiencia debieran llegar a la madurez de la salud e inmortalidad, en lugar de caer en tinieblas o tristeza”.ibid., pág. 248.

Aunque muchas actividades que proporcionan feliz esparcimiento son deseables, no deben ser necesariamente determinadas por conceptos limitativos de debilidad y decaimiento. Los momentos de esparcimiento más felices se logran olvidándose de uno mismo y bendiciendo a los demás. Quien desea expresar amor y abnegación encuentra muchas oportunidades magníficas para hacerlo, y esto viene a ser un gran antídoto para las exigencias de la edad. El mundo tiene gran necesidad de la ayuda de ciudadanos de edad madura que disponen de tiempo para trabajar en beneficio de los demás. ¿Qué puede ser más recompensador que ayudar a otros que necesitan ayuda? Lo mejor de todo es ayudar a los receptivos a encontrar al Cristo, la Verdad.

Al mirarnos en el espejo, ¿nos sentimos quizás inclinados a creer en la imagen de un mortal que va envejeciendo? El espejo no presenta al hombre; sólo muestra lo que la mente mortal está clamando, que es siempre una falsificación de nuestro verdadero ser como la imagen de Dios. Lo que se debe hacer es rechazar la imagen del espejo y esforzarnos firmemente por ver nuestro verdadero “yo”, la semejanza eterna de la Vida. Éste es un gran paso hacia la liberación de la esclavitud impuesta por el tiempo y la edad, y por cierto que mejorará nuestra condición mental y nuestro bienestar.

Cuando nos damos plena cuenta de las varias maneras en que la mente mortal pretende hacernos aceptar sus mentiras de limitación acerca de la edad, nos apoyamos firmemente en la Verdad y rápidamente rechazamos las mentiras como falsas. Podemos anularlas al darnos cuenta de esta gran verdad: que Dios mantiene al hombre en el punto mismo de la vida eterna e imperecedera. Así vencemos los desafíos de la edad.

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