No soñando, mas conociendo,
se alcanza la suprema felicidad.
Entonces, ¿por qué no soñar cuando el cielo azul,
limpio ya por los vientos del oeste,
promete brillante tesoro? —
¿Por qué conocer, por qué no dormir?
Porque tu sueño caer te deja
en la tentación que dice que el bien está lejos,
que todavía no es tuyo, que quizás jamás lo sea.
Despierta y reconoce tu patrimonio.
Reconoce de quién eres hijo, y cuál es tu
suprema herencia de rico domino.
¿No te da tu Padre-Madre Dios
todo lo bueno? ¿No colma el Amor
de todo lo bello?
Nuestro sendero, pues, será
conociendo,
conociendo a Dios, que espera sólo
que nuestra comprensión se aclare. Entonces
nuestro es el gozo.
Y nuestro cielo es, del Amor, la presencia;
nuestro tesoro, del Espíritu, su rica abundancia.
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