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El nuevo mandamiento

Del número de agosto de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Precisamente, ¿cuál es la diferencia, me pregunté, entre el segundo gran mandamiento y el nuevo mandamiento que Jesús nos dio? Debo admitir que más bien los confundía. Sabía que cuando Jesús declaró su segundo gran mandamiento “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Marcos 12:31; en su respuesta al escriba, estaba, en realidad, citando a Levítico 19:18, donde aparece esta declaración y con la cual su interrogador debía haber estado familiarizado.

¿Por qué entonces, en su última conversación con sus discípulos poco antes de Getsemaní, dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”? Juan 13:34; Si sólo quiso decir que debemos amarnos los unos a los otros, ¿no es esto lo que él afirmó como el segundo gran mandamiento? ¿Por qué lo llamó entonces, un nuevo mandamiento?

Yo sabía que debía haber alguna diferencia entre los dos mandamientos. ¿Cuál podría ser? Bueno, cuando hay algo que necesitamos saber, existe una fuente segura a la cual podemos recurrir. Oré por unos momentos en silencio y esperé que la Mente divina me revelara la respuesta. La palabra “como” vino a mi pensamiento. Busqué esta palabra en la Concordancia bíblica Strong's Exhaustive Concordance y encontré que la palabra griega “kathos” que en este versículo está traducida “como” también puede traducirse más ampliamente “de acuerdo con”, “de la manera como”. Si tomamos este significado más amplio, podemos traducir este mandamiento como requiriendo que nos amemos unos a otros de la misma manera que Cristo Jesús amó a sus discípulos.

Y ésta es precisamente la forma en que algunos cuidadosos estudiantes de manuscritos antiguos han traducido este versículo. R. A. Knox, en su traducción del Nuevo Testamento lo dice así: “Yo tengo un nuevo mandamiento que daros, que vosotros debéis amaros los unos a los otros; que vuestro amor de uno para el otro debe ser como el amor con que yo os he amado”.

Y ¿cómo amó Jesús a sus seguidores? En Juan 15:9, dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado”. (“Mi amor por vosotros es el mismo como el amor del Padre por mí", según The New Testament, A New Translation por William Barclay — El Nuevo Testamento, Una Nueva Traducción.)

Éste realmente es un nuevo mandamiento y no una mera repetición del antiguo. Es de un grandioso significado espiritual. Se nos pide que nos amemos unos a otros de la manera que Jesús nos amó, y nos amó de la manera que Dios lo amó. De manera que nuestro amor de uno para el otro debe ser como el amor que Dios tiene para nosotros. Debe reflejar el divino.

¿Podemos realmente esperar ser capaces de reflejar el amor de Dios? En realidad ése es el único amor verdadero. Todo otro amor es un ir a tientas hacia esta realidad, una débil indicación del divino. No hay sino un solo Dios. Dios es Mente. No hay sino una sola Mente verdadera. No hay muchas mentes, limitadas e imperfectas. Dios es Vida. No hay sino una sola Vida verdadera. No hay muchas clases de vida: animal, vegetal, química, biológica — en tanto que éstas proclamen vida en la materia son falsificaciones de la Vida. Dios es Amor. No hay sino un solo Amor verdadero, el Amor que es Dios mismo.

El afecto humano, el amor de un amigo, el amor de una madre por su hijo, de un hombre por una mujer y el de una mujer por un hombre, es algo muy valioso y maravilloso. La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. no excluye tal amor; estima y aprecia su promesa y lo eleva a un nivel mucho más alto al evangelizarlo y espiritualizarlo. El amor humano no siempre bendice, y en sí y de por sí no tiene nunca el poder de sanar, mas el Amor divino siempre bendice y siempre cura. Sometamos, pues, nuestro amor humano al amor divino y amemos de la manera que Jesús nos mandó que lo hiciéramos.

Este nuevo mandamiento es resumen de las enseñanzas del Maestro. La ley dijo: ama a Dios y ama al hombre. Jesús dijo, sí ama — pero expresa el amor de Dios. Éste es el propósito espiritual máximo de toda experiencia que tenemos — que aprendamos a expresar el Amor divino.

La Ciencia Cristiana viene como la Ciencia del Cristo, mostrándonos cómo amarnos los unos a los otros como Dios nos ama. Arroja nueva luz en las enseñanzas de las Escrituras concernientes a Dios, declarando, en las palabras de Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana: “Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad y Amor, infinitos, incorpóreos, divinos y supremos”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 465; Cada uno de estos siete términos que definen a Dios incluye a todos los demás; cada uno puede ser definido en términos de cada uno de los otros. Podemos comprender más plenamente lo que es el Amor divino al definirlo en términos de estos otros sinónimos para Dios.

De manera que expresar el amor de Dios por el hombre es amarlo con comprensión, inteligentemente, sabiamente, espiritualmente, firmemente, sin vacilar, de manera práctica. Para amar al hombre divinamente, debemos conocer al hombre a la luz del conocimiento de Dios. Debemos ver su verdadera, real, actual, espiritual y eterna individualidad. Verlo como Dios lo creó. Entonces no podremos sino expresar el amor de Dios por él.

¡En qué forma puede esto transformar la experiencia humana! Pensemos en lo que realmente significa expresar el amor de Dios los unos para con los otros. Amar a todo hombre de la manera que Jesús lo amó y de la manera que Dios amó a Jesús.

Razonando de acuerdo con esto, encontré un pasaje en Message to The Mother Church for 1902 (Mensaje a La Iglesia Madre para 1902) por la Sra. Eddy, que comienza en la página 7 y el cual da una clara e inspiradora explicación de este mandamiento del Maestro. Dice: “Es obvio que él llamó la atención especial de sus discípulos a su nuevo mandamiento. ¿Y por qué? Porque pone énfasis en la declaración del apóstol: 'Dios es Amor', — dilucida el cristianismo, ilustra a Dios y al hombre a Su imagen, y le exige al hombre amar como Jesús amó”.

Al amar como Jesús amó, seremos capaces de hacer las obras que Jesús hizo. Reflejar el amor de Dios es poseer el infinito poder sanador del Amor, Principio, Verdad y Espíritu divinos. Esto es lo que hace posible las obras aún mayores que Jesús prometió que serían hechas por aquellos que le siguieran, aquellos que fueran obedientes a sus mandamientos (ver Juan 14:12).

La Sra. Eddy lo compendia todo en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, en su reveladora declaración: “Jesús ayudó a reconciliar al hombre con Dios dándole al hombre un concepto más acertado del Amor, el Principio divino de las enseñanzas de Jesús, y este concepto más correcto del Amor redime al hombre de la ley de la materia, del pecado y de la muerte por la ley del Espíritu, — la ley del Amor divino”.ibid., pág. 19;

A una joven madre, amiga mía, se le presentó la oportunidad de probar esta ley del Amor divino. Varios miembros de su familia habían tenido sucesivos ataques de gripe. Todos se habían recuperado rápidamente, confiando sólo en la Ciencia Cristiana; excepto su pequeño hijo de tres años de edad quien de pronto se agravó. No podía tomar alimento y respiraba con gran dificultad. Ambos padres no vacilaron en su convicción de que Dios podía sanar y sanaría a su hijo, y que la Ciencia Cristiana, como la Ciencia del Cristo, era el mejor cuidado que podía tener. Pidieron ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana para que diera tratamiento al niño, y decidieron que amarían a su hijo de la manera que Jesús había amado, trabajarían para obtener un sentido divino de amor por él.

Hicieron un consciente y consagrado esfuerzo por mantener por el niño un amor sabio, espiritual, sin temor, claro, divinamente tierno, al mismo tiempo que fuerte e inteligente. Hubo una inmediata mejoría y en pocas horas el niño estaba feliz y comiendo normalmente. A la mañana siguiente se levantó completamente sano. El Amor divino reinaba supremo.

La última sublime oración de Jesús por sus seguidores termina con las palabras “que el amor con que me has amando, esté en ellos, y yo en ellos”. Juan 17:26. A medida que reflejamos el Amor divino al amar a nuestro prójimo, la idea verdadera de Dios, del Amor, el Cristo se expresa en nosotros. Entonces trabajamos, amamos y curamos con el poder del Cristo.

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